Primer Congreso de Estudiantes del Consejo de Relaciones Internacionales de América Latina y el Caribe (RIAL)

24 de Junho de 2025 | Speech

        Palabras de José Manuel Salazar-Xirinachs, Secretario Ejecutivo de la CEPAL, en ocasión de la ceremonia de apertura del Primer Congreso de Estudiantes del Consejo de Relaciones Internacionales de América Latina y el Caribe (RIAL)

                                                                       Santiago de Chile, 24 de junio de 2025

 

  • Estimado Sr. Rodrigo Vidal Rojas, Rector de la Universidad de Santiago de Chile,
  • Estimado Sr. César Ross, Secretario Ejecutivo de IDEA-RIAL,
  • Distinguidos representantes del cuerpo diplomático y de organismos internacionales,
  • Estimadas autoridades de FLACSO Ecuador y de la Universidad de Rosario de Argentina,
  • Querida comunidad académica latinoamericana,

Amigas y amigos:

 

Es un honor darles la bienvenida a la CEPAL, una institución que desde 1948 ha acompañado los grandes debates económicos, sociales y políticos de la región. Hoy nos reúne una convicción profunda: que América Latina y el Caribe necesita nutrirse de nuevas miradas, nuevas preguntas y nuevos liderazgos.

Este Primer Congreso de Estudiantes del Consejo de Relaciones Internacionales de América Latina y el Caribe (RIAL) es mucho más que un evento académico, es una expresión clara de la renovación generacional, del compromiso con el futuro y de la voluntad de incidir activamente en el rumbo de nuestras naciones.

Les invito a que nos imaginemos la América Latina de los años ochenta. Una región marcada por transiciones democráticas, por el peso de la deuda externa, por profundas crisis económicas y por un mundo que cambiaba de forma acelerada. En ese contexto difícil, pero también lleno de esperanza, nació el RIAL como un espacio para pensar juntos y juntas las relaciones internacionales desde y para nuestra región. 

Permítanme compartir una anécdota personal que, a mi juicio, resume con gran claridad el espíritu de este Congreso. Hace unas semanas, recibimos en esta casa a Enrique Iglesias, quien fue Secretario Ejecutivo de la CEPAL en esa época y fue participe del nacimiento del RIAL. En el marco de esa visita, le pregunté: "Enrique, usted que ha acompañado a la región en momentos de enorme turbulencia y cambio, no tan distintos a los que vivimos hoy, ¿qué consejo nos daría para afrontar este tiempo?". Él me miró y respondió sin dudar: "Hable con la gente joven".

Que hoy resurja esta iniciativa con tanto vigor, impulsado por jóvenes de posgrado, investigadoras e investigadores de nuestras universidades, nos recuerda que la historia no es una herencia inmutable: es una tarea colectiva que se escribe cada día. Y que cada generación tiene el derecho, e incluso el deber, de dejar su propia huella.

Jóvenes, 

Enfrentamos un mundo de múltiples tensiones y rupturas. El crecimiento económico es débil, las desigualdades sociales se profundizan, y el sistema internacional se fragmenta. A ello se suman las secuelas de la pandemia, la crisis climática, el envejecimiento de la población, la aceleración tecnológica y los nuevos conflictos geopolíticos.

En esta coyuntura, América Latina y el Caribe atraviesa una crisis de desarrollo. Desde la CEPAL hemos caracterizado esta crisis como una combinación de tres trampas interdependientes:  una de baja capacidad para crecer y transformar; una de alta desigualdad, baja movilidad social y débil cohesión social, y una tercera trampa de bajas capacidades institucionales y débil gobernanza.

Estoy convencido de que superar estas trampas requiere más que ajustes graduales. Es tiempo de políticas transformadoras y audaces que puedan mover las agujas del desarrollo hacia un modelo más productivo, inclusivo y sostenible.

Una de las prioridades ineludibles en esta agenda transformadora es nuestra vinculación internacional. América Latina y el Caribe necesita políticas exteriores con visión de largo plazo, que articulen nuestras capacidades, defiendan nuestros intereses comunes y fortalezcan nuestra presencia en el sistema multilateral. 

En un mundo donde la diplomacia se ve desplazada por la confrontación, este Congreso también es un acto de afirmación de nuestra vocación pacífica. En foros internacionales América Latina y el Caribe ha ratificado su compromiso con la paz. La Proclama de la CELAC como Zona de Paz, adoptada en 2014, y el histórico Tratado de Tlatelolco de 1967, que estableció la primera zona densamente poblada libre de armas nucleares, no son gestos del pasado. Son compromisos vigentes que expresan una ética política regional profundamente arraigada.

Porque sin paz no hay desarrollo. Sin diálogo, no hay cooperación. Sin cooperación, no hay futuro.

Amigas y amigos,

Con la mirada en ese futuro, reconocemos que además es necesaria una integración regional que deje de ser un enunciado aspiracional para convertirse en una política activa, coordinada y orientada a resultados. 

Nuestra región representa el 8% de la población mundial y apenas el 6% del PIB global. En 2023, solo el 14% de nuestras exportaciones de bienes se realizaron dentro de nuestro territorio, muy por debajo de otras regiones como Asia Oriental o la Unión Europea.

Sin embargo, hay señales alentadoras: en 16 países, más del 50% de las exportaciones manufactureras ya tienen como destino mercados regionales. Es decir, el comercio intrarregional no solo es posible: ya cumple un papel central en la diversificación productiva, la generación de empleo de calidad y el fortalecimiento de las pequeñas y medianas empresas.

En un contexto global donde se reconfiguran cadenas de suministro, se acelera la transición verde y se intensifica la competencia por recursos estratégicos, nuestra región tiene ventajas y activos que deben ser reconocidas y articuladas. Albergamos más del 40% de la biodiversidad del planeta, el 34% de las reservas de agua dulce y concentramos recursos críticos como el litio y el cobre. Al mismo tiempo, somos la principal región exportadora neta de alimentos del mundo.

Pero además de ser un instrumento de posicionamiento geoeconómico, la integración regional cumple una función estabilizadora. Nos permite coordinar respuestas ante shocks externos, mitigar asimetrías internas y avanzar en agendas comunes de desarrollo sostenible. En suma, es un escudo frente a la incertidumbre global y una plataforma para proyectar nuestros intereses en un escenario cada vez más competitivo y volátil.

La cooperación en comercio, ciencia, tecnología, educación, transición energética y acción climática no solo es posible: es necesaria. Y requiere voluntad política, institucionalidad efectiva y, sobre todo, una nueva generación que comprenda que la integración no es un fin en sí mismo, sino una herramienta para ampliar capacidades y proyectar nuestra voz en el concierto de las naciones.

Pero nada de esto será posible sin un liderazgo intergeneracional y paritario. La renovación de nuestras instituciones y de nuestra visión de futuro necesita nuevas voces, nuevas trayectorias, nuevas sensibilidades. Y sí, una mayor paridad de género. Reconocer y potenciar el liderazgo de las mujeres en los procesos de integración, en la política exterior y en la gobernanza multilateral no es solo un imperativo ético, sino una apuesta estratégica por una región más representativa, más efectiva y más justa.

Queridas y queridos estudiantes,

Necesitamos una nueva narrativa para la región. Una narrativa que combine evidencia y aspiración. Que reconozca nuestras diferencias, pero construya sobre nuestras coincidencias. Que mire el presente con realismo, pero se atreva a imaginar un futuro mejor. Una narrativa que articule nuestros sueños de un mundo y una región mejor. Un relato compartido como región ante un mundo incierto y conflictivo.

En eso hemos estado trabajando en la CEPAL y les invito a consultar nuestras publicaciones.

Este Congreso es parte de esa narrativa. Ustedes no son espectadores: son protagonistas. No reproducen el mundo tal como es: lo interpelan. No heredan la historia: la escriben. Y estoy seguro que todos sueñan con un mundo y un futuro mejor.

Desde la CEPAL, les reconocemos como interlocutores clave. Ustedes son el presente activo de América Latina y el Caribe. Son la energía que necesitamos para impulsar ideas nuevas, construir acuerdos renovados y fortalecer la vocación pacífica e integradora de nuestra región.

En esta nueva fase, el RIAL tiene el potencial de consolidarse como un espacio plural, permanente y diverso de diplomacia del conocimiento. Porque hoy, más que nunca, necesitamos tender puentes entre la evidencia y la política pública, entre el pensamiento y la acción.

Hago votos para que este Congreso sea un punto de partida. Que fortalezca redes, multiplique ideas y consolide liderazgos que, en un futuro no muy lejano, definirán la integración, las relaciones internacionales y el desarrollo y prosperidad de nuestra región.

Muchas gracias.

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