Comunicado de imprensa
La pandemia del COVID-19 ha hecho visibles problemas estructurales del modelo económico confirmando la necesidad de repensar el desarrollo. Por ello, una economía resiliente, inclusiva y baja en carbono debe ser el eje orientador de la recuperación económica post coronavirus, afirmó hoy Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), durante una reunión virtual sobre el papel de la acción climática en la recuperación de la crisis del COVID-19.
Junto a Alicia Bárcena, en la inauguración de la reunión participaron Selwin Hart, Asesor especial del Secretario General y Secretario General Asistente del equipo de Acción Climática de las Naciones Unidas (ONU); Carolina Schmidt, Ministra del Medio Ambiente de Chile y presidenta de la COP 25, y Leo Heileman, Director Regional del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente en América Latina y el Caribe.
Posterior a la inauguración, expusieron Ricardo José Lozano, Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia; Adianez Taboada, Viceministra de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba; Arturo Argueta, Subsecretario de Planeación y Política Ambiental de México, y Gabriel Quijandría, Viceministro de Medio Ambiente de Perú. Intervinieron también Abelardo Llosa, Director de la Secretaría de Biodiversidad del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Argentina; Andrea Meza, Directora de Cambio Climático del Ministerio de Ambiente y Energía de Costa Rica; Karina Salinas, Directora Nacional de Adaptación al Cambio Climático de Ecuador, y Ligia Castro, Asesora en Cambio Climático del Ministerio del Ambiente de Panamá.
Durante su intervención, Alicia Bárcena afirmó que “estamos ante una encrucijada civilizatoria y el imperativo ético es reconstruir, cambiar el modelo de desarrollo por un modelo con mayor igualdad, con una economía más solidaria. Necesitamos hacernos cargo justamente de las grandes brechas estructurales que seguimos enfrentando y que hemos acumulado por muchos años y evitar otra década perdida”, señaló.
La Secretaria Ejecutiva de la CEPAL destacó la importancia de comprender que la crisis causada por la pandemia del coronavirus “nos hizo abandonar el mundo de las especulaciones y nos ancló de golpe en lo real, en lo tangible. La lección es que el mundo que viene se debe reconstruir sobre las bases de lo tangible y una de las partes más tangibles son los ecosistemas, las ciudades, la gente”, expresó.
Advirtió que si la recuperación económica post COVID-19 presenta los mismos efectos ambientales que teníamos antes de la pandemia, evidenciaremos una profundización de las crisis climática e hídrica. Eso significaría salir de una crisis para entrar en otra de carácter aún más global, de muchísimo más largo plazo y de impactos mucho más duraderos y perjudiciales, alertó.
Añadió que se requieren pactos en sectores estratégicos y prioritarios, para avanzar hacia la transición agroecológica, energética, cultural, ciudadana y de gobernanza.
“En la CEPAL hemos priorizado el Acuerdo de Escazú como ese gran instrumento ciudadano de acceso a la información, a la justicia y a la participación en materia ambiental”, subrayó.
Alicia Bárcena recordó las estimaciones señalan que los efectos de la pandemia generarán la recesión más grande que ha sufrido la región desde 1914 y 1930, con un crecimiento proyectado de -5,3%, un importante deterioro de los indicadores laborales en 2020 que generaría casi 12 millones más de desempleados en la región y un aumento de casi 30 millones de pobres para llegar a 214,7 millones de personas (el 34,7% de la población de la región).
Preocupa muy especialmente el alza de la pobreza extrema, advirtió la alta funcionaria de las Naciones Unidas, que aumentaría 2,6 puntos porcentuales (15,9 millones de personas adicionales) y llegaría a afectar a un total de 83,4 millones de personas.
Por ello, explicó, la CEPAL propone la entrega de un ingreso básico de emergencia (IBE) equivalente a una línea de pobreza (costo per cápita de adquirir una canasta básica de alimentos y otras necesidades básicas) durante seis meses a toda la población en situación de pobreza en 2020 (es decir, 215 millones de personas o el 34,7% de la población regional). Esto implicaría un gasto adicional del 2,1% del PIB para abarcar a todas las personas que se encontrarán en situación de pobreza este año.
Alicia Bárcena subrayó que es necesario impulsar pactos para la recuperación más sostenible o verde, a través de una nueva ecuación producción-sociedad-ambiente, identificando los sectores prioritarios para un desarrollo más sostenible, una combinación y coordinación de instrumentos fiscales, presupuestarios, regulatorios y de inversiones en línea con la proposición de un Gran Impulso por la Sostenibilidad planteada por la CEPAL. Esta combinación de instrumentos resultará en un ambiente de negocios favorable a las inversiones sostenibles, generando un círculo virtuoso de crecimiento económico, ampliación de los empleos y transición hacia una matriz productiva de bajo carbono, precisó.
Finalmente, la alta funcionaria de las Naciones Unidas enfatizó en la necesidad de reinvertir en un estado de bienestar que incluya protección social pero también la preservación de nuestra riqueza natural.
“El futuro que queremos no es una nueva normalidad. La normalidad pasó, ese mundo se acabó, necesitamos uno mejor”, subrayó.