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Palabras de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, en la inauguración del Coloquio “Centroamérica y México en la Encrucijada Hoy”.
29 de octubre, 2018
Ciudad de México
Silvia Giorguli, Presidenta de El Colegio de México,
Vinicio Cerezo, Secretario General del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA),
Maximiliano Reyes, representante del licenciado Marcelo Ebrard, Secretario Designado de Relaciones Exteriores de México,
Hugo Beteta, Director de la Subsede de CEPAL en México,
Embajadores y embajadoras,
Representantes diplomáticos,
Miembros de la academia y de la sociedad civil,
Señoras y señores invitados,
Amigas y amigos,
Es un honor y un placer participar de la inauguración de este Coloquio “Centroamérica y México en la Encrucijada Hoy”, que aborda la urgente necesidad de profundizar la mirada de Centroamérica para redefinir un marco de cooperación con México que potencie los vínculos históricos que compartimos, que permita lograr un pacto moderno de movilidad humana en línea con el Pacto Global de Migración que se adoptará en Marruecos en diciembre de este año.
Creo que es particularmente significativo que sostengamos esta conversación en esta casa y en esta sala. Esta es obra noble, fundada en los cimientos portentosos que anclaron Cárdenas, Cosio Villegas y Alfonso Reyes.
Miles de hombres y mujeres, acosados por la violencia, la persecución, el hambre y el desamparo se vieron de golpe forzados a ser transhumantes, recorrer la ruta incierta del exilio, dejar sus casas, sus pueblos, sus querencias y familias, mutar en involuntarios migrantes, buscar en otras tierras la esperanza de forjar vidas nuevas.
No venían a pie. Llegaban a bordo de moles de acero. Sus carvanas navegaban el atlántico a bordo del Sinaia, el Ipanema, el Flandra, el Nyassa y el Serpa Pinto.
Treinta mil hombres y mujeres, ancianos y niños recorrieron esa misma ruta. Ocho décadas han transcurrido desde entonces. Y entre las muchas fecundas semillas de aquella epopeya esta el fruto generoso de esta antigua Casa de España, hoy, con orgullo, EL Colegio de México.
No encuentro, en verdad, un lugar más oportuno para abordar una conversación profunda sobre nuestra historia, presente y futuro compartido, que este espacio de raices migrantes, donde tomó forma de institución perdurable la noción de que nuestra riqueza se funda en la diversidad rica que se construye entre gentes de origenes diversos, historias y culturas propias y distintivas pero animados a conjugar talentos y capacidades con el propósito de nuestro desarrollo colectivo.
Donde se reconoce que los que vienen y los que estan, sumados, abonan a resultados que son mucho más potentes, creativos y pertinentes.
Que al mirarnos de frente logramos reconocer más que nuestras dificultades, ponemos en la mesa también las muchas, a veces olvidadas luces de nuestras trayectorias.
No se dice con frecuencia, pero es justo y oportuno recordarlo, Centroamérica tiene el proceso de integración regional más antiguo de América Latina. En 1951 nació con la Carta de la Organización de Estados centroamericanos (ODECA) y la firma en 1960 del Tratado General de la Integración Económica que creó el Mercado Común Centroamericano.
La CEPAL conoce bien este recorrido pues le tocó ser gestora y promotora de este proceso que ha permitido construir bienes públicos regionales sobre los cuales resulta más provechosa la acción conjunta.
Víctor Urquidi ingresó a la Cepal Mexico en 1951 como jefe de la Sección de Estudios Económicos. Urquidi venía del departamento de estudios económicos del Banco de México y era docente de comercio internacional en el Colegio de México. Urquidi, con tan solo 25 años había acompañado a Daniel Cossio Villegas, Secretario de Hacienda de México, a la conferencia de Bretton Woods en 1944.
Victor Urquidi esbozó el planteamiento básico de la integración centroamericana, con nociones tan preclaras como el establecimiento de una unión aduanera, la liberalización del comercio intrarregional, y el desarrollo industrial basado en un mercado común centroamericano y la sustitución de importaciones. La Cepal trabajó también en el desarrollo de infraestructura regional, en el establecimiento de industrias claves. Raúl Prebisch, quién encabezó personalmente una delegación de la Cepal a México y Centroamérica en 1952 para entender de primera mano sus problemas, insistía que nuestra sede subregional en México se nutriera de economistas libres de las grandes ataduras académicas de los grandes centros económicos globales y que captaran la especificidad de los problemas de la Centroamérica y México. No se cansaba de repetir la frase: “Antes de pensar, observen la realidad”. Por supuesto, su aforismo es tan válido ayer como hoy. Nuestros funcionarios siguen observando de cerca y pensando a nuestra región. Y hoy queremos hacerlo también en conjunto con el Colegio de México.
La CEPAL ha mostrado un continuo apoyo a la integración centroamericana manteniendo el foco en el cambio estructural con igualdad.
En la actualidad y frente a las tensiones que experimenta el proceso de globalización, es más urgente que nunca avanzar hacia un gran impulso ambiental para la igualdad y la sostenibilidad, sustentado en políticas públicas coordinadas que desvinculen el desarrollo económico de externalidades ambientales y mejoren la calidad de vida de la población con empleos dignos y bienes y servicios públicos de calidad y amplia cobertura. Centroamérica vive este cambio de época con el agravante de sus problemas específicos en materia de desarrollo económico y social y su alta vulnerabilidad climática y ambiental.
Con el propósito de contribuir al debate nos hemos propuesto en conjunto con el Colegio de México y el SICA establecer un seminario permanente de reflexión sobre Centroamérica y México. Para este encuentro la CEPAL ha preparado el libro “Desarrollo, integración e igualdad: la respuesta de Centroamérica a la crisis de la globalización” que busca contribuir al debate y al desarrollo de una nueva generación de políticas públicas.
La CEPAL propone que la respuesta centroamericana la crisis de la globalización, ojalá en convergencia con México, sea guiada por tres principios: la búsqueda de la igualdad, una mayor eficiencia productiva y el reforzamiento de la integración. Todo ello en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La igualdad debe estar al centro de la estrategia, ya que la subregión presenta niveles extremos de desigualdad derivadas de la cultura del privilegio enraizada en sus países y en el orden internacional. La primera es la asimetría respecto al mundo desarrollado; la segunda es entre países; y la tercera, entre territorios y entre grupos sociales y étnicos dentro de cada país.
Avanzar en la reducción de esas desigualdades implica realizar acciones a nivel internacional, pero, sobre todo, a nivel subregional y nacional. Si bien puede haber avances considerables mediante imprescindibles medidas de alcance redistributivo, la productividad de la actividad económica en la subregión debe incrementarse aceleradamente para generar recursos que permitan reducir las disparidades de manera sostenible. La baja productividad de grandes sectores de campesinos minifundistas debe ser superada, lo que supondrá una mayor presión sobre los empleos no agrícolas. Dado el alto grado de informalidad del empleo urbano, en particular en los servicios, aumentar la inversión, la productividad y la competitividad es crucial para generar empleos dignos y así reducir las presiones hacia la emigración.
Pese a ello quiero resaltar que, al tiempo que Centroamérica enfrenta grandes desafíos en materia de pobreza, desigualdad, productividad y violencia interpersonal, también cuenta con un fuerte potencial, que se manifiesta en la gran biodiversidad, las profundas raíces culturales y una geografía privilegiada así como el más avanzado proceso de integración de nuestra región particularmente en el ámbito energético, la unión aduanera y la institucionalización de espacios de concertación de políticas subregionales. En este marco es oportuno plantear la profundización de la de integración económica y social.
Como reconoció la CEPAL a pocos años su creación, la integración es un objetivo político y un imperativo económico. En Centroamérica, el proceso ha tenido momentos de auge y de enlentecimiento, pero está vivo y es un ejemplo para toda América Latina y el Caribe. Una reflexión sobre cómo concretar un nuevo impulso hacia la integración y definir el papel que pueden y deben cumplir los países vecinos sería un elemento central para impulsar un diálogo eficaz entre Centroamérica y México.
Amigas y amigos,
Las dinámicas crecientemente complejas que ha adquirido la migración en Centroamérica le otorgan suma urgencia al cumplimiento de la tríada migración, derechos humanos y desarrollo para atender las raíces del fenómeno y no sólo sus efectos.
El plan de desarrollo para Centroamérica, preparado conjuntamente con el equipo de transición de la cancillería mexicana liderado por el Dr. Marcelo Ebrard, Maximiliano Reyes y la CEPAL, procura atender las causas estructurales de la emigración que se origina en Guatemala, El Salvado y Honduras y humanizar su tránsito migratorio por México con un enfoque de derechos humanos a partir de programas de desarrollo y eventualmente de retorno eficaz a sus lugares de origen y con ello romper el ciclo migratorio.
La CEPAL ha recibido la solicitud formal de las cancillerías de los cuatro países para acompañar un proceso de consulta para la formulación de un plan integral que aborde las causas estructurales de la migración con propuestas e iniciativas diseñadas conjuntamente.
Amigas y amigos,
La migración internacional latinoamericana y caribeña presenta evidentes necesidades de protección y oportunidades que deben ser incluidas por los países en la discusión de su planificación para el desarrollo sostenible con igualdad.
Estoy convencida que esta reunión instalará los cimientos del inicio de un cambio de paradigma que nos permita reconocernos nuevamente y plantear conjuntamente propuestas de desarrollo para avanzar hacia una región de paz, próspera y solidaria que no deje a nadie atrás.
Iniciaba esta palabras recordando a esos otros millares de migrantes, republicanos españoles, que hace ocho decadas animaron otro éxodo masivo. Quiero cerrar estas palabras recuperando las palabras de uno de ellos, acogido también al amparo de la entonces Casa de España, uno de sus poetas mayores, ese gigante que fue León Felipe, y cito:
“Anduve… anduve… anduve
descalzo muchas veces,
bajo la lluvia y sin albergue…
solitario…
He dormido sobre el estiércol de las cuadras,
en los bancos municipales,
he recostado mi cabeza en la soga de los mendigos,
y me ha dado limosna -Dios se lo pague-
una prostituta callejera…
He visto llorar a mucha gente en el mundo
y he aprendido a llorar por mi cuenta.
El traje de las lágrimas
lo he encontrado siempre cortado a mi medida…
He sufrido y sufro el destierro…
y soy hermano de todos los desterrados del mundo.”
Muchas gracias