Comunicado de imprensa
La igualdad es fundamento del desarrollo y tiene un papel instrumental como impulsora del desarrollo sostenible, contribuyendo a la innovación, al aumento de la productividad y a la sostenibilidad ambiental. Así lo reafirmó hoy Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), durante una conferencia realizada en México.
Bárcena ofreció una presentación magistral en Ciudad de México, sede de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), para entregar las principales conclusiones del documento institucional de la CEPAL La Ineficiencia de la Desigualdad, que fuera dado a conocer originalmente en el trigésimo séptimo período de sesiones de la Comisión, realizado en mayo pasado en La Habana, Cuba.
“Por más de una década la CEPAL ha posicionado a la igualdad en el centro del desarrollo como un principio ético irreductible, centrado en un enfoque de derechos. Es también una condición necesaria para avanzar hacia un modelo de desarrollo orientado hacia el cierre de brechas estructurales y en la convergencia tecnológica, que permita lograr mayores niveles de productividad con sostenibilidad económica y ambiental, de cara a las futuras generaciones. Se trata de crecer para igualar, e igualar para crecer”, señaló la alta funcionaria de las Naciones Unidas.
Dieron la bienvenida a la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL el rector de la UNAM, Enrique L. Graue; el Director de la Facultad de Economía de la Universidad, Eduardo Vega López; el Profesor de la misma facultad y futuro Subsecretario de Egresos en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) del gobierno del Presidente electo Andrés Manuel López Obrador, Gerardo Esquivel; y el Secretario General de la UNAM, Leonardo Lomelí Vanegas.
El Rector Graue hizo notar la importancia de este documento de la CEPAL “ya que nos ayuda a reflexionar sobre esta brutal y lacerante realidad latinoamericana de la desigualdad, que es un monstruo que se alimenta a sí mismo y tiende a perpetuarse”. Agregó que, “a fin de cuentas, si no la combatimos, la desigualdad nos va a destruir, por su propia ineficiencia. No es posible continuar así con esta desigualdad, que tanto lastima nuestro futuro”, remarcó.
En tanto, Gerardo Esquivel indicó que el documento de la CEPAL es muy relevante ya que habla sobre los costos de la desigualdad, “tema que se minimizó durante mucho tiempo” y que gracias a los estudios de la CEPAL “se ha vuelto a poner en la mesa de discusión en México y en América Latina”, declaró. Agregó que ahora que estamos ad portas de una nueva administración, libros como este son muy importantes porque ayudan a establecer guías y patrones de política económica. “Precisamente, el presupuesto que se está preparando para 2019 tiene contemplado un número de recursos muy significativos para apoyar el combate a la desigualdad”, dijo.
En su presentación, Alicia Bárcena destacó que la desigualdad no solo es injusta sino que es ineficiente e insostenible, porque genera y sustenta instituciones que no promueven la productividad ni la innovación al premiar o castigar la pertenencia de clase, etnia o género, y porque crea una cultura del privilegio que refuerza estas desigualdades, las incorpora en las relaciones sociales como algo aceptable y natural, y las reproduce en el tiempo.
“La igualdad no es solo un resultado del sistema económico, sino también una variable explicativa de su eficiencia en el largo plazo. Igualdad, productividad y democracia son bienes complementarios estratégicos, y no sustitutos, más aún en un mundo con fuertes tensiones económicas, políticas y ambientales como el actual”, dijo.
Bárcena explicó que la desigualdad es ineficiente porque pone barreras a la educación que se transmiten entre generaciones, al acceso a la salud que reducen la productividad y la esperanza de vida, fomenta la discriminación por etnia, raza, género o clase, y promueve la evasión y elusión fiscal.
“Por eso nosotros proponemos una nueva generación de políticas fiscales con instituciones renovadas que abran espacios para actuar en el campo social y asegurar que nadie se quede atrás, tal como lo indica la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible” -aprobada por las Naciones Unidas en 2015-, indicó.
Sobre esta Agenda 2030, Alicia Bárcena remarcó que se trata de una agenda civilizatoria, una respuesta global para enfrentar los embates que está sufriendo hoy el multilateralismo, especialmente en el ámbito comercial, en el aumento de los conflictos, la violencia y las amenazas a la paz. “La Agenda 2030 es un eje orientador de la política internacional, nos da pautas. Entrega una gobernanza para crear bienes públicos globales basada en la cooperación multilateral, necesaria para corregir asimetrías e imponer menos restricciones a las decisiones nacionales. Además requiere una nueva ecuación entre Estado, mercado y sociedad”, señaló.
De acuerdo con el documento de la CEPAL, si bien América Latina y el Caribe no es la región más pobre del mundo, sigue siendo la más desigual. Más de 187 millones de personas seguían viviendo en la pobreza y 62 millones en la pobreza extrema en 2017. Además, existe una falta de acceso a una educación de calidad, con una proporción muy significativa de la población mayor de 18 años que todavía no alcanza un nivel educativo equivalente al primer ciclo de secundaria completo, una alta tasa de embarazo adolescente -que llega al 20% de mujeres de grupos indígenas-, importantes costos económicos en varios países relacionados a la doble carga de la malnutrición, una fuerte discriminación étnico-racial, especialmente entre las mujeres afrodescendientes e indígenas, y una evasión fiscal que llegó al 6,7% del PIB en 2015.
Existen también desigualdades territoriales y medioambientales, entre ellas la fuerte dependencia de las exportaciones de recursos naturales (especialmente en América del Sur), rezagos en la inversión en infraestructura, brechas en acceso a saneamiento y electricidad, costos en salud debidos a la contaminación ambiental, segregación espacial que se manifiesta, por ejemplo, en los altos tiempos de transporte en las metrópolis latinoamericanas, alzas en los costos económicos por causa del cambio climático y eventos meteorológicos extremos, y brechas en la infraestructura para la revolución tecnológica (acceso a internet).
“Por todo ello, debemos orientar la inversión, la política industrial y tecnológica, hacia el cambio estructural y un gran impulso ambiental que nos permita una mayor especialización productiva, la construcción de capacidades endógenas, absorbiendo innovación y creando tecnologías, y empleo de calidad y capacidades locales que incorporen la revolución tecnológica y conocimiento ecológico”, enfatizó Alicia Bárcena.
“No basta la suma de acciones nacionales para lograr la provisión de bienes públicos globales. Se necesita gobernanza, integración y acción colectiva”, finalizó.