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Realizada en Asunción, Paraguay: Mensaje del Secretario General de la ONU a la XXI Cumbre Iberoamericana

Difundido por Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

28 de outubro de 2011|Mensagem

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(28 de octubre, 2011) Mucho me complace hacer llegar los más cordiales saludos a la XXI Cumbre Iberoamericana. También quisiera rendir homenaje al Gobierno del Paraguay por la excelente organización de esta reunión. Felicito además al pueblo del Paraguay con ocasión de su bicentenario.

Hace muchos años que esta Cumbre viene reuniendo a las naciones iberoamericanas, unidas por su cultura común y su adhesión colectiva al ideal de crear un mundo mejor para las generaciones venideras. En ese proceso, estas naciones han fortalecido su asociación con las Naciones Unidas y han colaborado con nosotros para solucionar problemas críticos tales como el mantenimiento de la paz, las emergencias humanitarias y la organización de la cooperación para el desarrollo.

El tema principal de esta Cumbre, a saber, la vinculación entre la transformación de los Estados y el desarrollo, configura el centro mismo de los problemas con que se enfrenta el mundo de hoy. Los gobiernos hacen frente a la crisis financiera y las demandas crecientes de que se ponga fin a la desigualdad, así como a la disparidad de los ingresos. Los pueblos de todo el mundo, muchas veces con la juventud a la cabeza, expresan su frustración y exigen a los gobiernos y a los líderes mundiales que busquen nuevos métodos de resolver estos problemas de larga data. El mundo de hoy también ha puesto de manifiesto otro desafío: la necesidad de restablecer la confianza en los gobiernos. En estos momentos, los gobiernos deben interactuar de forma más dinámica con sus pueblos, en una atmósfera de plena transparencia y respeto de los derechos humanos, el estado de derecho y los preceptos de la democracia.

La inseguridad pública es otro problema grave en América Latina y en el resto del mundo. Corresponde a los Estados garantizar que toda persona se sienta libre de amenazas contra su vida. Las instituciones públicas deben ser capaces de aplicar políticas que se centren no solo en la represión del delito, sino también en su prevención, y no solo en el castigo del delito y la violencia, sino en sus causas fundamentales.

América Latina ha progresado mucho en los últimos años. Se han arraigado las prácticas democráticas y las instituciones se han fortalecido. Se ha reducido la pobreza en la mayoría de los países y, gracias a la adopción de políticas macroeconómicas prudentes, ha aumentado notablemente el crecimiento de la región. Así pues, ante América Latina se abre la oportunidad de echar por tierra patrones de desigualdad de larga data. De hecho, ha llegado el momento de formular estrategias a largo plazo que estimulen el crecimiento económico y permitan construir sociedades inclusivas. Celebro los progresos de América Latina para resolver las disparidades de género, regionales y raciales, y para lograr que los pueblos indígenas sean protagonistas y beneficiarios del desarrollo. Aliento a todos ustedes a que redoblen sus esfuerzos por alcanzar plenamente los objetivos de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas.

El desarrollo sostenible debe ser la piedra fundamental de nuestra labor en el futuro inmediato. Para ello será preciso tener presentes los vínculos existentes entre el cambio climático, la energía y la seguridad alimentaria, la prevención del delito, la escasez de agua, las cuestiones mundiales de salud y el empoderamiento de la mujer. Ello supone desplegar esfuerzos especiales en beneficio de los pobres, los jóvenes y el propio planeta. Significa también asegurar el éxito de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible que ha de celebrarse en Río de Janeiro el año próximo, y que será de importancia fundamental.

Dentro de apenas tres días, la población del mundo alcanzará la cifra de 7.000 millones de personas: un nuevo hito. La familia humana en aumento espera mucho de ustedes, y de las Naciones Unidas, para que se adopten sin demora medidas respecto de las cuestiones más básicas de importancia para ellos y sus descendientes. Celebro la participación cada vez mayor de América Latina en la labor de las Naciones Unidas frente a esos apremiantes problemas mundiales, y espero con sumo interés trabajar con todos ustedes para establecer una prosperidad económica sana de la que todos participen.

Muchas gracias. Muito obrigado. Thank you very much.