Op-ed
La degradación ambiental, el cambio climático y sus efectos, resultado de un estilo de desarrollo basado en la explotación de la vida y el extractivismo, profundizan la sobrecarga de trabajo no remunerado y de cuidados que hacen mayoritariamente las mujeres. Frente a eso es necesario repensar los modelos de desarrollo, la actual organización social del cuidado, reconocer y respetar los límites ambientales y reconocer y valorar el rol de las mujeres en la vida, en los procesos económicos en la región y como agentes de cambio en diversos sectores ambientales. Ante ello, la propuesta es incluir la perspectiva de género en las políticas ambientales e integrar los conocimientos de las mujeres en su diversidad, incluyendo los pueblos indígenas, en el diseño e implementación de respuestas a la adaptación y mitigación frente al cambio climático, la degradación ambiental, la contaminación y la pérdida de la biodiversidad.
Estos fueron algunas de las propuestas compartidas por expertas en la III Reunión de Especialistas “Hacia la Sociedad del Cuidado en América Latina y el Caribe: el cuidado del planeta”, realizada el 23 de marzo en forma virtual. La reunión fue organizada por la CEPAL, junto con la Oficina Regional para las Américas de ONU Mujeres, con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Este encuentro, enmarcado en las actividades previas a la XV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, tuvo por objetivo profundizar la conceptualización de la sociedad del cuidado a partir de la relación entre el cuidado y el medio ambiente. Durante el encuentro, especialistas de distintas disciplinas intercambiaron propuestas de estrategias para avanzar hacia una sociedad del cuidado, con políticas públicas adecuadas para superar las brechas económicas, sociales y ambientales con igualdad de género y sostenibilidad.
En ese sentido, Ana Güezmes, Directora de la División de Asuntos de Género de la CEPAL, sostuvo que “la sociedad del cuidado y la sostenibilidad del planeta supone avanzar a un estilo de desarrollo que ubique el cuidado en el centro de sus prioridades, que reconozca la interdependencia y el intercuidado entre las personas y de ellas con el ambiente”. Se trata de consolidar la construcción colectiva de la sociedad del cuidado, a partir de los principios de igualdad y sostenibilidad, que ponga en el centro los cuidados y la sostenibilidad de la vida con una mirada que permita construir a mediano y largo plazo para una recuperación transformadora.
Por su parte, Cecilia Alemany, Directora Regional Adjunta de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, destacó el trabajo conjunto entre ONU Mujeres y CEPAL y las iniciativas realizadas desde la región hacia el 66 periodo de sesiones de la Comisión sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW66 por sus siglas en inglés) celebrada del 14 al 25 de marzo en Nueva York. Allí, por primera vez, se discutió cómo incluir la dimensión de igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas en las políticas de medioambiente, cambio climático y reducción del riesgo de desastres. En este sentido, Alemany destacó la importancia de la Declaración de las Ministras de la Mujer adoptada en la Consulta Regional previa a la CSW6 en enero de 2022, así como la Declaración del Foro Feminista que llevaron a la CSW66 algunos de los elementos más transformadores para ser tenidos en cuenta en la negociación. Estos esfuerzos, así como los del Grupo de Santiago, conformado en 2020, fueron clave para llevar una mirada interseccional a las negociaciones y tuvieron un impacto positivo en la adopción de las Conclusiones Acordadas.
Desde PNUMA, Piedad Martín, Directora Regional Adjunta, destacó la existencia de una variedad de estrategias ambientales y del cuidado del medioambiente que llevan décadas funcionando en la región. En ese sentido, señaló que el tema de género se ha ido incorporando en la agenda ambiental y, en particular, en 2021 hubo una decisión ministerial que definió prioridades muy concretas sobre el fortalecimiento recíproco de la agenda ambiental y la de género.
En tanto, Ana María Tribin, líder interina del Equipo de Género del Centro Regional del PNUD para América Latina y el Caribe, sostuvo que los desequilibrios planetario, económico y social se interrelacionan y agravan de manera recíproca y tienen un mayor impacto sobre las mujeres y las niñas, lo cual coloca a las mujeres en una situación de mayor vulnerabilidad, dados los roles de género persistentes. Ante ello, destacó la necesidad de promover la agencia de las mujeres y su participación en la toma de decisiones en los niveles nacionales y locales y en la definición e implementación de las políticas ambientales.
Uno de los puntos de la conversación fue de qué manera la crisis de los cuidados, reforzada en el contexto de la pandemia y la crisis ambiental, interpelan al estilo de desarrollo dominante. Las crisis han expuesto las falencias del sistema neoliberal con un exacerbado impacto en las mujeres, quienes sobrellevan la mayor carga del trabajo de cuidado. Frente a ello es preciso considerar la economía del cuidado dentro de un ecosistema que integre las dimensiones ambientales y de las dimensiones del cuidado desde una perspectiva de género.
Otro de los grandes temas de la reunión fue el aporte los pueblos indígenas a la protección del medio ambiente, el rol que cumplen las mujeres y cómo los impactos del cambio climático las afectan desproporcionadamente en su trabajo y en sus vidas. Para los pueblos indígenas, el cuidado es responsabilidad colectiva e incluye lengua, costumbres, conocimientos, identidad y territorio. De acuerco con esta concepción, el cuidado del planeta depende de la capacidad de los humanos de entender la interrelación como una realidad fundamental: todas las personas forman parte de la naturaleza y hay una interrelación entre personas, plantas, animales, espíritus protectores y el agua. La comprensión de esa responsabilidad es la base del diálogo con otros sistemas de conocimiento para pensar y desarrollar estrategias de cuidado.
La reunión permitió, también, resaltar el aporte de los feminismos para la articulación entre género y el ambiente, así como para diseñar nuevas formas de vivir y habitar. Cuidar de la naturaleza, señalaron las especialistas, es cuidar de las personas, ya que hay una interdependencia y eco-dependencia innegable. La negación de esta relación es lo que ha llevado al desastre bioclimático actual, y los desafíos son complejos: se trata de pensar cómo construir una agenda que ponga en jaque la destrucción, cómo poner la vida en el centro a la luz de la vulnerabilidad social y la condición humana de seres en interdependencia. En este sentido, el pensamiento feminista sostiene que situar el cuidado en el centro de la economía, la sociedad y las relaciones con el medio ambiente es crucial para la vida cotidiana y la supervivencia planetaria.
Durante el encuentro se hizo énfasis, además, en la necesidad de contar con indicadores y datos del impacto del cambio climático en las mujeres en toda su diversidad, así como tener información sobre la mitigación y adaptación desde una perspectiva de género. En la actualidad, mencionaron las especialistas, no hay suficiente evidencia o literatura que dé cuenta de ese impacto en términos de género. Las comunidades indígenas han venido generando evidencia y conocimientos en ese sentido, de allí que otra de las propuestas en la reunión fue continuar fortaleciendo el diálogo intercientífico para incorporar los conocimientos desarrollados por estos pueblos. La sociedad del cuidado requiere esas relaciones entre los estados y pueblos indígenas, el cuidado del planeta debe pensarse territorialmente y a partir de la autodeterminación. Por eso, para poder orientar a que las políticas sean multidimensionales es necesario contar con las voces de las mujeres en toda su diversidad.
La reunión permitió también compartir información acerca de la manera en que la degradación ambiental y el cambio climático impactan de manera diferenciada en las mujeres. Por ejemplo, las mujeres indígenas y las rurales soportan mayor carga de la pobreza energética, horas de trabajo no remunerado para recolectar combustible, horas de procesar manualmente alimentos, y enfermedades respiratorias. Ellas experimentan cómo la pérdida de la biodiversidad y los recursos naturales incrementa las horas de recolección de recursos naturales, y cómo los patrones inequitativos de distribución de alimentos dentro del hogar disminuyen su ingesta calórica: cuando no hay suficientes alimentos, son ellas quienes resignan su comida para proveer a sus hijos.
Ante las situaciones descritas, las políticas públicas ambientales y climáticas deben incorporar el enfoque de género, indicaron las especialistas. Las respuestas deben contextualizarse y centrarse en las características claves que diferencian las vulnerabilidades, las experiencias, las respuestas y las contribuciones de mujeres y hombres al cambio climático. Además, mujeres y hombres no deben ser vistos como afectados pasivamente por las crisis, sino como actores cuyas acciones pueden contribuir tanto a la adaptación como mitigación del cambio climático.
Finalmente, y a modo de conclusión, las especialistas coincidieron en que la distribución desigual de los cuidados limita la autonomía de las mujeres, y eso afecta su reconocimiento como agentes de cambio y custodias, la participación plena y efectiva en esfuerzos de recuperación ambiental y la distribución equitativa de los costos, beneficios y oportunidades asociados con la protección y gestión ambiental. Por ello se necesitan soluciones más diversas, innovadoras y sostenibles, en las que las mujeres sean agentes que tomen las decisiones y reciban los beneficios. También, se mencionó en la reunión, se requiere enfatizar en inversiones verdes que contribuyan a ahorrar tiempo en cuidados y, por otro lado, reconocer que el cuidado del planeta y de la vida también requieren de tiempo, y por ello es necesario políticas que reduzcan y redistribuyan las cargas de cuidados.
La III Reunión de Especialistas permitió avanzar en el desarrollo conceptual que vincule los cuidados con la dimensión ambiental, y compartir propuestas de políticas públicas adecuadas para superar las brechas económicas, sociales y ambientales con igualdad de género y sostenibilidad. Todos estos esfuerzos colectivos conforman un decidido impulso por avanzar hacia un estilo de desarrollo que ponga en el centro los cuidados y la sostenibilidad de la vida. Estos temas se vienen planteando de cara a la XV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, cuyo tema prioritario será “La sociedad del cuidado: horizonte para una recuperación sostenible con igualdad de género” y se realizará en Argentina en noviembre próximo.
La reunión se desarrolló también en el marco de la CSW66 y en el contexto de la Declaración de Ministras y Altas Autoridades de los mecanismos nacionales para el adelanto de las mujeres de América Latina y el Caribe, quienes en la 62ª Reunión de la Mesa Directiva de la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe se comprometieron a integrar la perspectiva de género en las políticas, iniciativas y programas nacionales ambientales, de adaptación y mitigación frente al cambio climático, y de reducción del riesgo de desastres.
La reunión contó también con las presentaciones de: Anita Nayar, Directora de Regions Refocus; Myrna Cunningham, Primera Vicepresidenta, Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (FILAC); Lilian Celiberti, Presidenta, Cotidiano Mujer/Articulación Feminista Marcosur; Ana Maria Tribin, Gender Team Leader a.i. Centro Regional del PNUD para América Latina y el Caribe; Lorena Aguilar, Especialista en género, cambio climático y medio ambiente, Consultora de la CEPAL; Andrea Quesada Aguilar, Especialista Experta en Género, Medio Ambiente y Cambio Climático, PNUD; María Teresa Zapeta, Directora Ejecutiva, Foro Internacional Mujeres Indígenas (FIMI); Javiera Zárate, Profesional Oficina de Asuntos Internacionales, Ministerio del Ambiente, Chile; y María Jimena Jurado Giraldo, Especialista en Género y Cambio Climático, Unidad de Cambio Climático, PNUMA.