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Clausura de la XIV Reunión de la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe

31 January 2020|Speech

Palabras de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL.

Palabras de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, en la clausura de la XIV Reunión de la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe

Viernes 31 de enero, 2020

CEPAL

Queridas:

Isabel Plá, Ministra de la Mujer y la Equidad de Género de Chile,

María-Noel Vaeza, Directora Regional para las Américas y el Caribe de ONU Mujeres,

Señoras ministras, señores ministros, representantes de los Estados miembros,

Señoras y señores representantes de los organismos del Sistema de las Naciones Unidas,

Distinguidas y distinguidos panelistas, invitadas e invitados,

Representantes de organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil, en particular de organizaciones y movimientos de mujeres y feministas,

Amigas y amigos,

Cerramos hoy una semana fecunda, intensa, exigente que culmina, creo, con un enorme éxito. Es el resultado de los esfuerzos y aportes de cada una y cada uno de ustedes.

Estas salas, estos pasillos, esta casa compartida de las Naciones Unidas en la región, ha logrado, gracias a ustedes, honrar la misión que imaginaron sus fundadores, ser espacio de encuentro de las voces diversas de nuestra América Latina y el Caribe.

Un empeño que se atreve a imaginar sociedades justas, sostenibles, con vocación igualitaria y titularidad de derechos.

Esta decimocuarta reunión de la Conferencia sobre la Mujer de América Latina y el Caribe le dice una vez más al mundo: nuestra región se compromete y trabaja por la igualdad de género, por alcanzar la autonomía plena de las mujeres en todos los ámbitos del desarrollo, por derribar por fin las barreras estructurales que han marcado las luchas de tantas durante décadas. Estas son, queridas amigas, aspiraciones tangibles, brújula común, mandato exigible.

Gracias a Uruguay por su invaluable liderazgo en esta Conferencia regional durante el pasado trienio. Gracias Chile por acoger esta reunión y por aceptar la Presidencia de esta Conferencia por los próximos tres años.

Amigas y amigos,

Centenares de personas han transitado estos días por los pasillos de la CEPAL. Entre ellas, representantes de 33 Estados Miembros y 6 miembros asociados, 365 organizaciones de la sociedad civil, 14 agencias, fondos y programas del Sistema de las Naciones Unidas y 11 organizaciones intergubernamentales.

Esta Conferencia nos ha otorgado la invaluable oportunidad de escuchar las voces de las mujeres de nuestros países, de nuestra región; mujeres pobladoras, dirigentas sociales y políticas, mujeres indígenas y afrodescendientes, mujeres migrantes, mujeres jóvenes y otras más maduras. Mujeres con sueños y anhelos de un mundo más justo e igualitario, un mundo en el que la igualdad de género sea una realidad.

Esta reunión es un hito más en un largo camino, desde aquella primera Conferencia realizada en La Habana en 1977.  En aquella oportunidad se acordó el Plan de Acción Regional para la Integración de la Mujer en el Desarrollo Económico y Social de América Latina, que fue la primera hoja de ruta que tuvo la región para avanzar hacia el reconocimiento del aporte de las mujeres a la sociedad y los obstáculos que enfrentan para mejorar su situación.

Desde entonces, hemos vivido años de cambios en lo político, en lo económico, en lo social y en lo cultural, de procesos que han significado avances para las mujeres en la región pero que también han mostrado con fuerza la persistencia de las desigualdades. Hemos sorteado múltiples obstáculos desde ese inicio en La Habana, generando colectivamente un proceso excepcional.

Hoy, la realidad que vive nuestra región nos interpela y compromete a avanzar a paso firme hacia el fin de las desigualdades, a seguir luchando y gritando con fuerza “nada sobre nosotras, sin nosotras”, a seguir demostrando que no nos conformaremos con lo mínimo. Queremos mucho más de lo que nos ofrecen, queremos igualdad, ni más ni menos.

Cuando pareciera que muchos preferirían quedarse en el pasado, nosotras seguimos optimistas y seguras de tener la fuerza y la energía para seguir empujando las transformaciones que nuestras sociedades requieren.

Todas quienes estamos aquí hoy pudimos ejercer nuestro derecho a estudiar, a trabajar, a participar plenamente en las sociedades en las que crecimos. Estos derechos, logrados gracias a la lucha de miles de mujeres antes de nosotras, deben ser asegurados y ampliados.

Tengo la certeza de que estos días de debate han sido un aporte para establecer un compromiso político regional que asegure avanzar en la plena implementación de la agenda que durante 40 años hemos construido los países de América Latina y el Caribe en materia de igualdad de género.

Mantenemos intacta la oportunidad de seguir reafirmando el compromiso incansable con los derechos de las mujeres. Un compromiso que debe involucrar a los gobiernos, a los organismos internacionales y las organizaciones de la sociedad civil. Un compromiso que debemos asumir todas y todos, cada una y cada uno de nosotros, desde la cuna, desde la escuela, desde el trabajo; en nuestras conversaciones familiares, sociales y laborales.

Llegó la hora de cambiar el esquema de género en nuestros países y terminar con el patriarcado como modelo de sociedad. Llegó la hora de abrir camino a la paridad en todas sus formas y escenarios, de terminar con la violencia machista, de respetar y mirar a las niñas, a las adolescentes, a las mujeres por lo que somos, más allá de nuestro género; por todas nuestras capacidades, por nuestra mirada integral de la vida y por nuestra lucha constante por la construcción de una sociedad más justa no solo para todas sino también para todos.

Es justamente en las callles de este país donde se alzaron las voces que han recorrido el mundo recordándonos, con tierna rebeldía que:

El patriarcado es un juez
que nos juzga por nacer,
y nuestro castigo
es la violencia que no ves.

 

Amigas y amigos,

América Latina y el Caribe es consciente de la importancia de la democracia. Hoy, estamos convencidos de que una verdadera democracia se alcanzará solo si se garantiza la paridad. Pero la democracia también implica escuchar todas las voces, todas las ideas, todas las visiones. En estos días convivimos, nos conocimos más, supimos de políticas, iniciativas y situaciones de las cuales no teníamos noticias antes. Eso es lo que nos permite dialogar, acordar, avanzar. Sabiendo que este foro es el espacio para debatir y direccionar acciones por la autonomía de las mujeres y la igualdad de género.

Para alcanzar esto es necesario generar acuerdos, ceder a veces, ponerse firme otras, convencer y escuchar. Se trata de un desafío no menor porque tenemos fuertes convicciones, pero también desafíos comunes.

Esta conferencia da un gran paso en términos del análisis de escenarios cambiantes. Hemos hablado de la situación de las mujeres indígenas y de su mayor exposición al cambio climático, pero también de lo crucial que son sus propuestas para enfrentarlo; hemos escuchado que nuestra región se nutre de diversas tradiciones y que las mujeres afrodescendientes enfrentan brechas más amplias para alcanzar la igualdad y la autonomía. Hemos visto que la revolución digital puede potenciar la presencia de las mujeres en los espacios públicos pero que también puede ser un nuevo ámbito para la violencia machista y patriarcal.

Es claro que revertir la actual división sexual del trabajo es urgente y que no habrá desarrollo sostenible si no modificamos las formas que toma el cuidado hoy porque sobrecarga y limita las oportunidades de la mayoría de las mujeres, sobre todo de las mujeres más jóvenes.

Hoy reafirmamos el compromiso con la igualdad de género tomando el desafío de lo que implica esto en escenarios económicos cambiantes; el riesgo de las políticas de ajuste, de las “excusas” de la falta de recursos, del direccionamiento de políticas fiscales no hacia la igualdad sino a lo que en la CEPAL llamamos el business as usual. Este compromiso implica avanzar sobre estructuras conservadoras, sobre el statu quo que mantiene la participación económica de las mujeres estancada en apenas un 50%, en brechas salariales que no logran cerrarse, en mayor proporción de mujeres viviendo en hogares pobres.

Justamente son estos escenarios económicos cambiantes los que hacen que la autonomía de las mujeres y la igualdad sean un imperativo para el cambio, el cambio profundo, el que termina con la cultura del privilegio y abre paso a la cultura de la igualdad.

El desarrollo sostenible es urgente y la plena participación de las mujeres en él es crucial.

Para eso es importante una nueva generación de normas, de leyes y de iniciativas que avancen en inclusión financiera con perspectiva de género. Esto no quiere decir que las mujeres tengan más créditos para profundizar el modelo de endeudamiento, sino que tengan los mismos derechos de adquirir activos, de iniciar empresas, de acceder a vivienda.

El concepto de bienes públicos es muy importante para la transformación y el cambio del que hablamos en esta conferencia; bienes públicos e inversión que potencien las capacidades de las mujeres y que les permitan no solamente insertarse en el mercado, alivianando su carga de trabajo no remunerado, sino también construir carreras y trayectorias de conocimiento para su autonomía y el desarrollo del conjunto de la sociedad.

Amigas y amigos,

Corren nuevos tiempos, irrumpen nuevas plataformas, y nunca como ahora las herramientas de la comunicación alcanzaban a tantas y a tantos. Es en este escenario donde confiamos que el seguimiento, el estímulo, la fiscalización y supervisión colectiva sobre los compromisos asumidos con la Agenda Regional de Género, tienen terreno fértil. Por cierto, además, la inclusión de la ciudadanía en todos aquellos procesos y foros regionales y mundiales relacionados con la igualdad de género y el cumplimiento de los compromisos adquiridos es hoy un imperativo.

Debemos ser capaces de revertir la desconfianza de las y de los ciudadanos hacia las instituciones, el deterioro de la relación con los servicios públicos, el aumento de la corrupción en la región y el temor frente a las incertidumbres políticas y económicas a nivel mundial. Debemos ser capaces de escuchar las voces de la ciudadanía, de avanzar en aquello que las masas piden en las calles de nuestra región, de aceptar que hemos errado y que la crisis debe llevarnos a corregir asimetrías estructurales con las que ya no podemos convivir.

***

Amigas y amigos, quiero aprovechar un instante para agradecer al extraordinario equipo de mujeres y hombres que tengo el orgullo de liderar en la CEPAL. Un equipo que ha sabido sobreponerse a enormes exigencias y brindar lo mejor de sus capacidades al servicio de nuestra región. Un grupo apasionado que ha logrado en estas jornadas que incluyeron -además de las sesiones plenarias- 35 eventos paralelos, sobreponerse a imprevistos de todo tipo pero que hoy, en sus semblantes, muestran con orgullo la satisfacción de la labor realizada. Gracias colegas, gracias por dar permanentemente lo mejor de sí.

Amigas y amigos,

Libertad, rebeldía y dignidad tienen en esta región nombres propios, nombres que hacemos nuestros, nombres de mujer: Patria, Minerva y María Teresa.

Dominicanas universales, inmoladas cobardemente por quienes temían el eco que resonaba en sus voces suaves cuando clamaban con fuerza por la igualdad y la justicia.

No pudieron acallarlas, no apagaron su mensaje, hoy somos millones las que a lo largo y ancho de nuestra Patria Grande acompañamos el grito de las hermanas Mirabal. Hoy es el mundo entero el que conmemora cada 25 de noviembre, fecha de su feroz asesinato, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, determinación de las Naciones Unidas que recogió la iniciativa sembrada en 1981 por el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe.

Cerramos nuestros trabajos hoy, y lo hacemos al amparo de su testimonio, recordando admiradas la decisión de las palabras de Maria Teresa, y cito: “Se arriesga la vida sin pensar en posibles beneficios personales, ya que el principal motivo por el cual luchamos es la anulación completa de los privilegios [...] quizá lo que tenemos más cerca es la muerte, pero esa idea no me amedrenta: seguiremos luchando por lo justo."

Aquí estamos, mariposa, tus hijas, tus nietas, tus hermanas, de todos los colores, de todas las edades, de todas nuestras naciones. Aquí estamos las mujeres de América Latina y el Caribe luchando por lo justo.

Empeñadas en ampliar los escenarios de igualdad, motor del movimiento feminista.

Aquí estamos, demostrando que la visibilidad, el reconocimiento jurídico, los servicios creados para atender y erradicar todas las formas de violencia contra la mujer son parte de un paradigma de desarrollo que ha ensanchado la frontera de los derechos humanos al punto que hoy nadie duda que la lucha por la igualdad es una lucha en el país y en la casa.

Muchas gracias