Comunicado de imprensa
Palabras de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, en la inauguración de la Reunión virtual
“Rol de los Ministerios de Desarrollo Social ante la pandemia del COVID-19”
Jueves 2 de abril de 2020
Maria Luisa Albores, Secretaria de Bienestar de México, en su calidad de Presidenta de la Mesa Directiva de la Conferencia Regional sobre Desarrollo Social de América Latina y el Caribe (CRDS),
Ministras y ministros de Desarrollo Social de los países de la región,
Colegas del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo,
Señoras y señores invitados,
Amigas y amigos,
Buenos días a todas y todos.
Quiero darles la más cordial bienvenida a esta reunión a la que nos ha convocado México, en su calidad de Presidente de la Conferencia Regional sobre Desarrollo Social, para compartir experiencias, desafíos, prioridades y posibles espacios de colaboración ante la emergencia sanitaria, económica y social que está viviendo el mundo y la región producto de la pandemia del COVID-19.
Como sabemos, esta crisis trasciende a los problemas de salud, y sus consecuencias económicas y sociales pueden alcanzar niveles no previstos en la región. Por ello, se requieren medidas urgentes para hacerle frente y proteger a toda la población, con especial prioridad respecto a quienes viven en situación de pobreza y aquellos que, sin ser pobres, están en situación de vulnerabilidad.
El embate del Covid 19 nos encontró en mal momento. Para el mundo, el año pasado 2019 había registrado el peor desempeño de la última década (2,5% PIB). Para América Latina y el Caribe el desempeño era aún más dramático. Para encontrar crecimientos peores a los que la región registró en los pasados siete años, hay que remontarse siete décadas.
Hace solo pocos meses, y tras cerrar un 2019 con un pobre crecimiento regional de solo 0,1%, CEPAL estimaba que el 2020 vería un repunte tímido y que la tasa alcanzaría un alza de 1,3% del PIB. Hoy, una aproximación conservadora, con los datos que aún se van consolidando, nos dice que América Latina y el Caribe registrará para este año un crecimiento negativo de -1,8% con probables sesgos a la baja.
Los impactos de la crisis en nuestros socios comerciales principales hacen preveer asimismo caídas en el valor de nuestras exportaciones regionales de una magnitud que podría llegar a -10,7%. Estos antecedentes anticipan un significativo aumento en el desempleo conjuntamente con un aumento de la informalidad en los mercados laborales.
Como indicamos en el Panorama Social 2019, en el año 2017 había 340 millones de personas viviendo con ingresos inferiores a 1.8 líneas de pobreza. A ellos se suman otros 126 millones de personas cuyos ingresos no alcanzan a las tres líneas de pobreza. Sabemos que entre la población económicamente activa perteneciente a estos muy amplios estratos de ingresos bajos y medio bajos, la inserción laboral es muy precaria. En el actual escenario, la probabilidad de que todos ellos sufran los profundos impactos socioeconómicos de la pandemia del COVID-19 es muy alta, especialmente teniendo en cuenta las altas tasas de informalidad laboral existentes y las limitaciones de cobertura y recursos que hoy tienen los sistemas de protección social en la región.
Pero una pandemia como la que estamos experimentando no solo profundiza la pobreza, también agudiza la desigualdad. Aunque el riesgo de contagio se ha expandido, por ahora sin diferencias sustanciales por condición social ni económica, el impacto es altamente regresivo cuando se analizan las brechas en la capacidad de respuesta ante la enfermedad y en los recursos disponibles para sobrellevar la cuarentena en un lugar seguro, con suficiente espacio físico para aplicar el aislamiento social recomendado, con adecuado acceso a agua potable y saneamiento y a los alimentos saludables necesarios para cubrir las necesidades diarias.
Esta crisis también nos llama a redoblar el mensaje de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Un problema social como la pandemia del COVID-19 está teniendo consecuencias económicas nefastas que profundizan aún más la huella social existente. También refuerza nuestro planteamiento respecto a la necesidad de avanzar en un gran impulso ambiental hacia un nuevo estilo de desarrollo, con crecimiento económico, sostenibilidad ambiental e inclusión social. Lo hemos dicho antes y lo reiteramos hoy con más fuerza, no solo en lo social se juega lo social.
La expansión de la pandemia en la región está en sus primeras etapas, por lo que habrá que enfrentar nuevos problemas y desafíos día a día. Cada uno con sus propios enfoques, los países ya han tomado sus previsiones y han llamado a la colaboración de toda la población para hacer frente a este difícil momento. Claramente, no será posible salir adelante en esta crisis sin enfrentarla de manera cohesionada, con la participación de todas y todos, y sin dejar a nadie atrás.
El momento es complejo y nos encuentra con un planeta enfermo. Viviendo uno de sus peores momentos en materia ambiental: océanos y ríos contaminados, bosques devastados, suelos erosionados, masiva extinción de especies, y ciclos climáticos alterados. Este debe ser el momento de pensar en la insostenibilidad del modelo de desarrollo extractivista y desigual.
Esta nueva crisis de salud ha expuesto la fragilidad de esta globalización y del modelo de desarrollo en el que se sostenía. El quiebre de las cadenas proveedoras, la baja en el crecimiento global y el desempeño de los mercados financieros han exhibido la vulnerabilidad global de nuestras economías. Ante la evidencia de esta crisis la comunidad mundial tendrá que confrontar el hecho de que la globalización no funcionó como prometía y que debe ser reformada.
El desacoplamiento entre los mercados financieros y los flujos de la economía real debe ser contenido y regulado. El comercio internacional no es un motor inevitable de crecimiento a largo plazo sin políticas de diversificación y transformación productiva. Las desigualdades, entre países y al interior de ellos, agravan la fragilidad del sistema global y deben ser revertidas.
Esta pandemia entraña el potencial de transformar la geopolítica de la globalización, pero es también una oportunidad para relevar los beneficios de las acciones multilaterales y abrir espacio al necesario debate sobre un nuevo, sostenible e igualitario modelo de desarrollo.
En esta hora compleja se revela la importancia insustituble del Estado. La amenaza que encaramos no se resuelve desde el mercado. Demanda para su resolución de bienes y de servicios públicos, del resguardo del bien común y del bienestar general. Reclama de acción articulada, de estructuras de alcance nacional y regional, de planificación y legitimidad democrática.
Momentos como este ponen de relieve también la pertinencia de los acuerdos que ustedes tomaron en la Tercera reunión de la Conferencia Regional sobre Desarrollo Social en octubre pasado en la Ciudad de México. La Agenda Regional de Desarrollo Social Inclusivo aprobada en dicha ocasión, y que hoy ponemos a su disposición en un nuevo formato digital, justamente remarca cuatro ejes que son claves para hacer frente a la crisis del COVID-19 en la región: los sistemas de protección social integrales y universales, las políticas de inclusión social y laboral, una institucionalidad social fortalecida y la cooperación e integración regional. Asimismo, enfatiza algunos principios que son clave para el accionar en el ámbito de las políticas sociales, sobre todo en momentos de crisis como este: el enfoque de derechos y de universalismo sensible a las diferencias, la lógica redistributiva y de solidaridad con sostenibilidad financiera, el empoderamiento de las personas, la vida digna y el bienestar progresivo, la visión sistémica del desarrollo sostenible, las políticas públicas de calidad, y las alianzas y pactos sociales para consolidar políticas de estado.
Amigas y amigos, los sistemas de protección social, liderados en su mayoría por las instituciones que ustedes dirigen, tienen un rol central en esta ocasión. Por ello, junto con la Presidencia de la Mesa Directiva de la Conferencia Regional sobre Desarrollo Social, les hemos convocado a esta reunión para propiciar un espacio de colaboración y apoyo mutuo, compartiendo tanto sus problemas y desafíos como los conocimientos acumulados, los avances, las necesidades y los posibles espacios de trabajo conjunto que como región podemos fortalecer. Esta primera reunión está en el centro del espíritu de la Conferencia y esperamos sirva para identificar oportunidades y aportar con alternativas en estos difíciles momentos.
Muchas gracias.