Pular para o conteúdo principal
Available in Español

Seminario “Brechas y transformaciones: La evolución del empleo agropecuario en América Latina”

10 de novembro de 2016|Discurso

Intervención de Antonio Prado, Secretario Ejecutivo Adjunto de la CEPAL.

Intervención de Antonio Prado, Secretario Ejecutivo Adjunto de la CEPAL, con ocasión del Seminario “Brechas y transformaciones: La evolución del empleo agropecuario en América Latina”

10 de noviembre de 2016

CEPAL

(Sala Raúl Prebisch)

 

Representantes de organismos internacionales y colegas del sistema de las Naciones Unidas,

Colegas de la CEPAL,

Amigas y amigos,

En septiembre de 2015 los países miembros de las Naciones Unidas  aprobaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible como expresión de una nueva trayectoria para el desarrollo mundial en la que se reconocen la igualdad y la sostenibilidad como principios rectores, compartidos y universales en los que se debe basar una nueva batería de estrategias y políticas globales, regionales y nacionales.

La CEPAL ha insistido que, para dar cumplimiento a la Agenda 2030, la se debe avanzar hacia un desarrollo sostenible con la igualdad en el centro. Para esto, América Latina y el Caribe requiere un cambio estructural progresivo que cierre las profundas brechas estructurales que persisten en nuestros países.

Nos anima la convicción de que la región no puede enfrentar estos retos sin darle una atención privilegiada a las zonas rurales y, específicamente, al sector agropecuario. Es en esta área donde se exhiben los niveles más bajos de todos los sectores económicos respecto a la productividad laboral media y los ingresos laborales. A nivel regional la pobreza rural duplica a la urbana.

El cambio climático y métodos de cultivo insostenibles amenazan con debilitar las bases de la sostenibilidad de la producción agropecuaria. Además, las zonas rurales y el sector agropecuario se caracterizan por una marcada heterogeneidad productiva y social con una elevada desigualdad socio-económica vinculada, en muchos casos,  a pautas de discriminación étnica centenaria y una distribución sexual del trabajo marcadamente desigual. Procesos de concentración de la tierra tienden a profundizar esta desigualdad, y las instituciones laborales y sociales llamadas a contenerla, suelen ser débiles.

Para alcanzar el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible -que exhorta a los países a “Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible”-, se han establecido, entre otras, metas como la duplicación de la productividad y los ingresos de los productores de alimentos en pequeña escala, en particular las mujeres, los pueblos indígenas, los agricultores familiares, los pastores y los pescadores, sirviéndose, entre otras iniciativas, de un acceso seguro y equitativo a las tierras, a otros recursos de producción e insumos, conocimientos, servicios financieros, mercados y oportunidades para la generación de valor añadido y empleos no agrícolas.

Allí se suman también la aplicación de prácticas agrícolas resilientes que aumenten la productividad y la producción, que contribuyan al mantenimiento de los ecosistemas, fortalezcan la capacidad de adaptación al cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos, las sequías, las inundaciones y otros desastres, y mejoren progresivamente la calidad del suelo y la tierra.

En esta batería de medidas se cuentan además el aumento de las inversiones en la infraestructura rural, la investigación agrícola y los servicios de extensión, el desarrollo tecnológico y los bancos de genes de plantas y ganado.

En efecto, para que los países de la región puedan cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible acordados en el marco de la Agenda 2030, es indispensable una transformación sostenible de la estructura productiva y social rural que contribuya a la reducción tanto de las brechas urbano-rurales como de la profunda heterogeneidad interna del sector agropecuario.  La evolución del empleo y sus características en términos de composición, ingresos y calidad del empleo juegan un papel central al respecto, considerando que, para la mayoría de la población rural latinoamericana, el sector agropecuario sigue siendo la principal fuente directa o indirecta de ingresos.

Es en este contexto que la CEPAL, en el marco del proyecto “Crecimiento inclusivo, política industrial rural y cadenas de valor participativas en América Latina y el Caribe” -que desarrolla junto al Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA)-, ha realizado una serie de investigaciones sobre la evolución reciente del empleo y la productividad del sector agropecuario en la región. 

Me alegro que hoy día se presenten y discutan los resultados de esta investigación que incluyó pesquisas a nivel regional, así como estudios de casos sobre Chile, Colombia, Guatemala y México.

Los análisis muestran que, en el agregado regional, se redujeron algunas brechas tanto al interior del sector agropecuario como en su interacción con otros sectores económicos, y que los avances recientes en la reducción de la pobreza rural están estrechamente vinculados con algunas mejorías del empleo y los ingresos laborales. Sin embargo, las brechas de productividad y de empleo se mantienen amplias, y persisten los desafíos relacionados con el cambio estructural y la reducción de la pobreza y la desigualdad, específicamente en las zonas rurales y el sector agropecuario. Además, el desempeño de los países ha sido muy heterogéneo, debido a grandes diferencias en las estructuras productivas y sociales, así como en las políticas macroeconómicas, laborales, sociales y de desarrollo productivo.

Los estudios subrayan la magnitud de los desafíos que los países de la región enfrentan para la transformación de su sector agropecuario, pero las experiencias presentadas también indican algunas orientaciones de políticas para reducir las brechas indicadas. Estas transformaciones requieren políticas públicas, tanto para el desarrollo productivo y tecnológico como de carácter socio-laboral, que orienten las transformaciones hacia los objetivos de menor heterogeneidad productiva, sostenibilidad ambiental, erradicación de la pobreza, menores niveles de desigualdad y superación de todas las formas de discriminación. Entre ellas destacan políticas para fortalecer la agricultura familiar y el desarrollo y la divulgación de métodos de producción sostenibles.

Quiero darles la bienvenida a los consultores responsables de los estudios de caso, los destacados comentaristas, los expertos invitados de diferentes países así como los colegas de la CEPAL, la FAO y de la OIT aquí presentes y desearles un seminario fructífero!

Muchas gracias.