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Inauguración de la V Conferencia Ministerial sobre la Sociedad de la Información de América Latina y el Caribe

5 de agosto de 2015|Discurso

Palabras de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL.

 

 

Palabras de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), con ocasión de la inauguración de la V Conferencia Ministerial sobre la Sociedad de la Información de América Latina y el Caribe

Ciudad de México 5 de agosto de 2015

José Antonio Meade Kuribreña, Secretario de Relaciones Exteriores de México,

Alejandra Lagunes, coordinadora de la Estrategia Digital Nacional de México,

José Clastornik, director ejecutivo de la Agencia de Gobierno Electrónico y Sociedad de la Información y del Conocimiento de Uruguay (AGESIC),

Embajador Benedicto Fonseca Filho, director del Departamento de temas científicos y tecnológicos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil,

Embajador Daniel A. Sepúlveda, Secretario Adjunto de Estado y coordinador para las comunicaciones internacionales y política de información del Departamento de Estado de los Estados Unidos de América,

Zoran Stančič, Director general adjunto de la DG Connect de la Comisión Europea,

Fadi Chehadé's, Director Ejecutivo  de la Corporación para la Asignación de Nombres y Números de Internet (ICANN),

Kathy Brown, Directora Ejecutiva de Internet Society (ISOC),

Señores ministros y autoridades presentes,

Jefes de Delegación y Delegados de Países de América Latina y el Caribe,

Observadores de organismos internacionales y del sector privado,

Organizaciones y activistas de la sociedad civil,

Amigos y amigas,

Es un honor inaugurar junto con ustedes esta V Conferencia Ministerial sobre la Sociedad de la Información de América Latina y el Caribe. Me emociona que este encuentro se aloje hoy en esta magnífica ciudad y en México, mi patria, donde las tecnologías de la información están imbricadas en las raíces de su historia. Aquí donde los cimientos básicos de su identidad se fundaron en el uso estratégico de los instrumentos de comunicación para difundir ideas, reflejar realidades, fomentar el intercambio entre diversas culturas y alentar sueños de cambio. Así, en septiembre de 1816, apenas algunos puñados de ciudadanos alcanzaron a escuchar la voz firme de Miguel Hidalgo convocando a construir desde el atrio de la iglesia de Dolores, el nuevo México Independiente, muchos más sumaron sus voluntades a la causa de la emancipación leyendo sus motivos en “El Despertar Americano”, el blog de entonces, cuyo tiraje modesto, de solo dos mil ejemplares, se viralizó, a fuerza de copias, reenvíos y boca a boca. Redes sociales divulgando, al margen de los canales convencionales, que una nueva hora había llegado.

Hoy vivimos un momento similar en nuestra región.

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Agradezco al gobierno de México y en particular a la Cancillería Mexicana en la persona de José Antonio Meade por su cálida hospitalidad para acoger esta conferencia y felicitarlos por asumir la presidencia del eLAC2018. Quisiera reconocer especialmente a Alejandra Lagunes, gran arquitecta de la Estrategia Digital Nacional en la Presidencia del gobierno de México, quien ha demostrado un inmenso compromiso y apoyo con esta iniciativa regional conjunta con la CEPAL. Aprovecho también para felicitar a Alejandra y al gobierno de México por la exitosa Reunión Regional Preparatoria del próximo Foro para la Gobernanza de Internet que tuvo lugar ayer y anteayer con la participación de muchos de ustedes. Acordamos organizar esta reunión en forma conjunta con la Conferencia Ministerial precisamente para aprovechar sinergias y potenciar posturas regionales en los temas que nos convocan hoy.

 

Asimismo, quiero expresar nuestra gratitud a José Clastornik y al Gobierno de Uruguay cuyo apoyo y alto involucramiento durante su presidencia han sido fundamentales para este proceso.

Esta Conferencia tiene un carácter particular: por una parte celebra los 10 años del proceso eLAC, la agenda digital de la región, que la CEPAL ha tenido el honor de acompañar en calidad de secretaría técnica, y por otra parte se realiza en un país que está implementando una estrategia digital que se ha fijado por propósito el que la tecnología y la innovación contribuyan a alcanzar las grandes metas de desarrollo del país y cuyos ejes principales abogan para garantizar el acceso a las tecnologías de la información e comunicación (TIC) -incluidos la banda ancha y el Internet- como un derecho fundamental de la población.

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No hay duda que estamos ante una revolución de grandes proporciones marcada por el dinamismo tecnológico y la convergencia de las nuevas tecnologías. A la vez nuestra región atraviesa un escenario de desaceleración económica con mayores desafíos y con recursos fiscales escasos que requerirán de innovaciones y nuevas asociaciones entre el Estado, el mercado y la sociedad.

Nuestras proyecciones de crecimiento para la región este año, indican que el PIB alcanzará tan solo un magro 0,5%. Esto se debe principalmente tanto a factores externos como a factores internos.

Para hacer frente a este contexto adverso, será primordial elegir y seleccionar cuidadosamente las prioridades a corto plazo. Desde nuestra óptica es esencial apuntalar la inversión tanto pública como la privada. Y la inversión asociada a la innovación, porque está demostrado su estrecho vínculo con la productividad y con la creación de empleos de calidad. La inversión es el puente entre el corto y el mediano plazo y puede ser el motor para crecer y para construir sociedades de bienestar, venciendo la desigualdad a través de la productividad genuina que implica más empleo con derechos.

A mediano plazo requiere un cambio estructural, con visión de futuro, poniendo énfasis en innovación y desarrollo para impulsar la economía basada en conocimiento, que incorpore a las tecnologías digitales como elementos inherentes al accionar económico, social y ambiental.  

Estamos ante un nuevo modelo económico global, y como región necesitamos adaptarnos rápidamente. La transición requiere desarrollar el ecosistema digital, mejorar la conectividad intrarregional, generar capital humano adecuado y propiciar un entorno empresarial que promueva la inversión, la innovación y el emprendimiento.

El avance de la digitalización es tal, que hoy la economía global ya es una economía digital. Consideremos, como contexto, que hay evidencia de que, entre 2005 y 2010, Internet representaba entre un 0,5% y un 5,4% del PIB en los países en desarrollo, y entre un 7% y un 21% en las economías más avanzadas.

Esta mayor difusión de las tecnologías digitales ha originado un crecimiento exponencial de la generación de datos y un incremento significativo del componente digital en las actividades económicas.

Debido a su capacidad de reducir los costos de transacción y los costos marginales de producción y distribución, su impacto está pasando de la mera creación de bienes y servicios digitales, a la agregación de valor digital en bienes y servicios en principio no digitales, y al desarrollo de plataformas de producción, intercambio y consumo, con efectos disruptivos en el conjunto de la economía.

En un segundo, en Internet se descargan más de 1.700 aplicaciones, se realizan más de 44 mil búsquedas en Google y más de 1.700 llamadas por Skype, se envían más de 2 millones de correos electrónicos, más de 300 mil mensajes por protocolo IP a través de WhatsApp y más de 8.500 tuiteos, se efectúan más 50 mil publicaciones en Facebook, se suben más de 1.900 fotos y se ven más de 98 mil videos en YouTube y 655 horas de video en Netflix.

Así, las capacidades de los países para desarrollar su economía digital están impactando directamente en su crecimiento. Los países más ricos y con un ecosistema digital más maduro, en los que la inversión pública y privada propicia la innovación digital en los procesos productivos y organizacionales, obtienen ganancias en productividad y competitividad.

La utilización combinada de la banda ancha, el cómputo en la nube, la Internet de las cosas, los grandes datos y su analítica, da lugar a una nueva revolución digital, que con innovaciones disruptivas está transformando mercados, industrias y cadenas de valor. Si bien hasta ahora Internet se ha consolidado como una plataforma para el consumo, con el desarrollo de la Internet de la industria se crean plataformas no solo para nuevos modelos de negocio, sino también para nuevos modelos de producción en todos los sectores económicos, desde la agricultura a la manufactura y los servicios. En este sentido, debemos pasar del internet del consumo al internet de la producción, como lo señalamos en el documento de posición que les presentaré en la próxima sesión. La creación de valor recae en los grandes datos y la información en tiempo real que se originan en cada eslabón de la cadena de valor y las actividades de producción. El valor se deriva de la aplicación de soluciones inteligentes que unen el mundo físico con el digital.

El impacto de esta revolución no se limita al área empresarial, sino que también es una herramienta de innovación en el ámbito social, ambiental y gubernamental para la prestación de servicios y la toma oportuna de decisiones.

Por ello es momento de repensar y enfrentar los temas tanto coyunturales como estructurales que aquejan a los países de la región con soluciones propias de la era digital.

En tiempos como los nuestros, cuando la política convencional atraviesa serias dificultades, cuando el vínculo con la ciudadanía parece erosionado y la noción de representación es desafiada, bienvenidas las posibilidades que abre a la acción colectiva el flujo de más y mejor información sobre los asuntos que atañen al interés común. Hay allí semillas fértiles para reverdecer la buena Política, una que no se limita a convocar a las urnas cada cierta cantidad de años. Una que es expresión de compromiso e interés ciudadano cotidiano, una ciudadanía cada vez más conectada e informada. Se trata así de construir sociedades solidarias donde se supere la cultura de los privilegios para dar paso a una cultura de derechos.

Esto requiere de políticas activas para cerrar las brechas existentes y evitar que la inequidad de los recursos digitales no genere más desigualdad.

Amigas y amigos, permítanme subrayarlo con claridad, en nuestra región, como sucede con la gran mayoría de los bienes y servicios, el acceso a Internet es aún sumamente desigual entre los hogares más ricos y los más pobres.

Hemos avanzado sin duda.

En la región, la banda ancha móvil tiene mayor difusión que la fija, debido a la diversidad y asequibilidad de los dispositivos móviles y la mayor cobertura de redes móviles. En 2013, la penetración promedio de la banda ancha móvil en los países de la OCDE fue del 79% y la de la banda ancha fija, del 29%; para América Latina las cifras fueron del 30% y el 9%, respectivamente. En una década se duplicaron los usuarios de internet de tal forma que hoy alcanzan a más del 50% de  la población.

Pero la brecha entre el número de hogares con acceso a Internet en el quintil más rico  y el quintil más pobre en la Argentina, el Brasil, Colombia, el Uruguay y Venezuela era mayor de cinco en el 2013. En el Ecuador y Bolivia, la brecha era superior a 14, y en el Paraguay y el Perú, mayor de 50.

Amigas y amigos, la CEPAL viene planteando hace varios años propuestas y caminos para poner a la igualdad en el centro de la agenda de desarrollo, el cambio estructural con mayor intensidad de conocimiento y tecnología como el camino a seguir, y la política, en el marco de una renovada ecuación entre Estado, mercado y sociedad, como la herramienta.

La diversificación productiva hacia sectores de alta y media intensidad en conocimientos es necesaria para generar empleos de calidad en sectores de mayor productividad. Esto es lo que han logrado los países en desarrollo más exitosos, manteniendo, al mismo tiempo, tasas altas de crecimiento de la productividad y del empleo.

En América Latina esto no ocurre. Los empleos se generan en actividades de baja productividad (generalmente servicios personales que demandan baja calificación), lo que compromete el crecimiento de la productividad en el conjunto de la economía. Se trata de otro casillero vacío en la región, el de la ausencia de experiencias duraderas de aumento sostenido de estas dos variables (productividad y empleo) en el tiempo.

En América Latina, hacia 2010, el porcentaje de trabajadores en los sectores de más baja productividad excedía 60 % del total en los países con más alta heterogeneidad, mientras que en Corea el valor de esa variable era de aproximadamente 32%. Las tecnologías de la información y de las comunicaciones, los nuevos materiales, la biotecnología y la nanotecnología son las fuerzas que están transformando el sistema productivo.

Una convergencia entre estas tecnologías y los temas ambientales y de inclusión es factible, como lo muestran algunos ejemplos exitosos — aún muy localizados, pero que indican la viabilidad de nuevas trayectorias tecnológicas, en tramos del aparato productivo, la organización de las ciudades, o la provisión de servicios a sectores de bajos ingresos—.

La combinación entre nuevos paradigmas tecnológicos y nuevos patrones de producción y consumo hacia economías sustentables e inclusivas es el eje estratégico que debe orientar las políticas a industriales y tecnológicas. Estas, además, contarían no sólo con una gran legitimidad interna, sino también internacional, en un mundo en el que son cada vez más visibles los efectos del cambio climático y la degradación ambiental.

Asimismo, es preciso tener una mayor participación en los debates por definir los estándares globales que habilitarán la interoperabilidad de sistemas, máquinas y objetos, actualizar los marcos regulatorios con especial atención en los flujos de datos, proteger los derechos de propiedad intelectual y la seguridad y privacidad de los datos para brindar confianza en el uso de estas tecnologías. Estos temas se discuten intensamente en los países avanzados y deberían abordarse con una visión regional.

Entrar a la economía digital implica la necesidad de alcanzar escala. Por ello, es preciso hacer los esfuerzos para articular un mercado digital regional, ya que la diversidad de regulaciones y marcos normativos crea fricciones que obstaculizan el aprovechamiento de las sinergias transfronterizas que se podrían alcanzar gracias a un marco institucional y normativo uniforme.

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Esta Conferencia eLAC que cumple 10 años del proceso eLAC que se inició con el apoyo de la Unión Europea y que ahora tiene vida regional propia ha servido como guía en la formulación de políticas de sociedad de la información y como plataforma de diálogo político, técnico y de cooperación, generando espacios comunes para impulsar nuevos paradigmas de desarrollo que promuevan el crecimiento económico y la inclusión social basados en la adopción de las TIC en la región.  

Ustedes en estos días acordarán el cuarto plan de acción, el eLAC2018 como muestra de la vigencia, importancia y madurez del tema digital en las agendas de desarrollo de los países de la región. Esta plataforma de diálogo entre diversos actores se constituye en un espacio único para que América Latina y el Caribe inicie los esfuerzos tendientes a aumentar la consciencia regional por una mayor coordinación regional que pavimente el camino hacia un mercado digital regional con armonización regulatoria, integración en conectividad, mayor circulación de bienes y servicios digitales, así como fortalecimiento de la gobernanza institucional.

La CEPAL, en su calidad de secretaria técnica, ratifica su compromiso de seguir apoyando este proceso en América Latina y el Caribe. Asi como también apoyar a los países de la región en la implementación de la Agenda 2030 que se ratificará en septiembre por los Jefes de Estado y que ha sido aprobada en principio el pasado domingo. En esta nueva agenda de desarrollo llamada “Transformando el mundo: Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible” se integran las dimensiones económica, social y ambiental en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODSs). La revolución digital y la revolución los datos en marcha, uno de los mayores cambios de paradigma a nivel global, deben contribuir a una nueva visión regional del desarrollo sostenible que sea realmente transformadora, genere valor para la toma de decisiones en materia de políticas e iniciativas en el marco de una renovada ecuación entre Estado, mercado y sociedad.  Y sobre todo que cumpla la tarea igualadora de “no dejar a nadie atrás”.

Muchas gracias.