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Stephanie Firestone, Patricia Morsch, Delfina Álvarez y Marcela Bustamante
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Introducción
El nuevo conjunto de herramientas denominado "¡Vamos a lograrlo! Pasos para involucrar a las personas mayores y mejorar las comunidades para todas las edades" ofrece una guía práctica sobre acciones innovadoras que pueden ayudar a las comunidades a avanzar en su camino de adaptación a las necesidades de las personas mayores. Para ello, presenta orientaciones paso a paso y algunos ejemplos de creatividad e innovación comunitaria que se están produciendo en todo el continente americano. Las organizaciones que han colaborado en la elaboración de estos instrumentos, HelpAge International, AARP International y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), esperan que contribuya a catalizar o impulsar los esfuerzos de las comunidades para convertirse en lugares idóneos para envejecer o amigables con las personas mayores, con independencia del punto del camino en el que se encuentren. A continuación, se presenta el panorama mundial del envejecimiento, las principales iniciativas que se están llevando a cabo para hacer que las comunidades se adapten mejor a las necesidades de las personas mayores y la manera en que los materiales de “¡Vamos a lograrlo!” pueden contribuir a esta labor.
Envejecimiento de la población
En toda América, el envejecimiento de la población se está produciendo a un ritmo especialmente acelerado, aunque variable. Mientras que, en el Canadá y los Estados Unidos, el envejecimiento de la población se ha producido gradualmente a lo largo de 50 años, hoy en día este proceso está teniendo lugar mucho más rápidamente en los países de América Latina y el Caribe. En el Canadá y los Estados Unidos, el 20,7% de la población tiene hoy 60 años o más, cuando esta cifra es de solo el 9% en Centroamérica, el 12% en América del Sur y el 13% en el Caribe. Sin embargo, para 2050 se espera que la población de 60 años o más en América Latina y el Caribe aumente hasta llegar al 25%.
Mientras tanto, si bien la longevidad se encuentra en aumento en todo el mundo, esta mayor esperanza de vida no siempre va acompañada de un buen estado de salud, una realidad que tiene enormes implicaciones políticas a varios niveles. La consecuencia más evidente de una mala salud a edades avanzadas es la mayor demanda de servicios de asistencia sanitaria y social. Por otra parte, el envejecimiento saludable presenta una oportunidad significativa pero insuficientemente valorada: el enorme activo que representan estas personas mayores en términos de su potencial para contribuir a la sociedad de muchas maneras, incluido el liderazgo, el voluntariado, la prestación de cuidados, el trabajo remunerado, las donaciones benéficas y otros gastos. Por ejemplo, en los Estados Unidos, las personas de 50 años o más contribuyeron con más de 8,3 billones de dólares a la actividad económica en 2018, y se espera que esta cifra aumente hasta los 26 billones en 2050. El objetivo de los esfuerzos para impulsar comunidades adaptadas a las personas mayores y de los materiales de “¡Vamos a lograrlo!” es ayudar a brindar a las personas mayores más oportunidades de participar y contribuir a sus comunidades.
Decenio de las Naciones Unidas del Envejecimiento Saludable
Para hacer frente a esta tendencia mundial de envejecimiento sin precedentes, el Decenio de las Naciones Unidas para el Envejecimiento Saludable, que se puso en marcha en 2021 y continuará hasta 2030, es un movimiento mundial que reúne a los gobiernos, la sociedad civil, las organizaciones internacionales, las instituciones académicas, el sector privado y los medios de comunicación para lograr un mundo en el que todas las personas puedan vivir vidas largas y más saludables. Esta ambiciosa iniciativa pretende mejorar la vida de las personas mayores y la de sus familias y comunidades, a través de cuatro ámbitos de actuación principales:
- la modificación de nuestra manera de pensar acerca del envejecimiento y las personas mayores;
- el cambio de los sistemas y servicios de salud para adecuarlos a las necesidades de las personas mayores;
- la prestación de cuidados a largo plazo que incluyan servicios de asistencia y apoyo,
- y la creación de comunidades que fomenten y apoyen las capacidades funcionales de las personas mayores, incluido el mantenimiento tanto de las capacidades intrínsecas de las personas (mentales y físicas) como de los entornos en los que viven.
Ciudades y comunidades adaptadas a las personas mayores
Para crear entornos adaptados a las personas mayores, es preciso abordar los determinantes sociales del envejecimiento saludable, como la seguridad alimentaria, las opciones de vivienda y transporte, los entornos saludables o la inclusión social, que permiten a las personas seguir viviendo una vida basada en lo que valoran, incluso cuando sus capacidades menguan. Sin embargo, en demasiadas comunidades, el entorno construido y el social tienen el efecto de marginar a las personas mayores. Como consecuencia de unas infraestructuras poco adecuadas, así como del creciente temor a ser objeto de violencia y malos tratos, las personas mayores a veces tienen miedo incluso de salir de sus hogares, y a menudo terminan viviendo aisladas.
Por ejemplo, las calles y los espacios públicos rara vez se diseñan teniendo en cuenta a las poblaciones de edad avanzada, si bien el riesgo de que las personas mayores sufran lesiones graves o mueran en accidentes peatonales es mucho más grande que el de los jóvenes. Según un estudio reciente del Departamento de Transporte de la Ciudad de Nueva York, los mayores de 65 años representan el 45% de los peatones fallecidos en la ciudad, a pesar de que solo constituyen el 15% de su población. Este impacto desproporcionado se registra en ciudades de todo el mundo. Otro riesgo agravado por la falta de adecuación de la infraestructura son las caídas. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), se calcula que cada año se producen 684.000 caídas mortales, y que las tasas de mortalidad más elevadas se registran entre la población de edad.
Los entornos adaptados a las personas mayores se crean averiguando qué es lo que estas más valoran y permitiéndoles vivir de acuerdo con esos valores en la medida de lo posible. Para ello hay que eliminar las barreras físicas y sociales e implementar políticas, sistemas y servicios adecuados. Durante más de una década, la OMS ha instado y ayudado a las comunidades a mejorar su adecuación a las necesidades de las personas mayores proporcionándoles recursos y fomentando su adhesión a la Red Mundial de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores. Este programa aborda las estructuras, el entorno, los servicios y las políticas de las ciudades, centrándose en ocho áreas temáticas: participación social, respeto e inclusión social, participación ciudadana y empleo, comunicación e información, apoyo comunitario y servicios de salud, transporte, vivienda, y espacios exteriores y edificios. Esta última hace hincapié en la creación de un entorno público que haga que las personas mayores se sientan seguras y bienvenidas, fomentando en última instancia su compromiso con la comunidad a través, por ejemplo, de la participación en actividades físicas, sociales y de otro tipo que puedan ayudarles a prosperar.
Comunidades adaptadas a las personas mayores en América Latina y el Caribe
En los Estados Unidos, la Red de Estados y Comunidades Adaptadas a las Personas Mayores de AARP cuenta con más de 700 miembros; entre ellos, nueve estados y un territorio. En el Canadá también se ha registrado un crecimiento constante del número de miembros inscritos en la Red Mundial de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores y, de hecho, los países de América representan ya más de la mitad de sus miembros. Las comunidades de América Latina y el Caribe vienen pisando fuerte, ya que han duplicado con creces su número de afiliaciones a la Red Mundial entre 2019 y 2022, hasta alcanzar las 332 en total.
Este auge del movimiento en favor de las personas mayores en América Latina y el Caribe es el resultado de numerosas acciones nacionales, regionales y coordinadas entre las partes interesadas pertinentes. Por ejemplo, una iniciativa de 2018 liderada por la ex Primera Dama de Chile, Cecilia Morel Montes, consiguió que más de la mitad de los municipios del país se adhirieran a la Red Mundial en un período de tres años. A nivel regional, se ha promovido la incorporación de muchas ciudades y comunidades a la Red, como las 45 ciudades de Jalisco (México) y las 22 ciudades del estado de Paraná (Brasil). Además, la oficina de AARP en Puerto Rico, territorio estadounidense situado en el Caribe, está colaborando con la Liga de Ciudades de la isla, una entidad de carácter no partidista, para proporcionar orientación individualizada y asistencia técnica a los alcaldes dispuestos a comprometer a sus ciudades con un proceso de mejora continua destinado a adecuarlas a las personas mayores.
No obstante, a pesar de que existe una tendencia positiva a gran escala, el progreso no ha sido equitativo. En los países de ingreso bajo y mediano, e incluso en algunas naciones con más recursos, la mayoría de las iniciativas comunitarias amigables con las personas mayores han tenido lugar en localidades y barrios de ingreso medio o alto. Integrarse y avanzar en el proceso de la Red Mundial exige tiempo y recursos de los que muchas veces carecen las comunidades de ingreso bajo y, por lo tanto, a menudo han sido las más ricas las que han podido emprender este trayecto. Por lo tanto, para ayudar a las comunidades de ingreso bajo a iniciar o continuar este camino de adaptación a las necesidades de las personas mayores, será necesario adoptar enfoques alternativos al proceso formal de afiliación a la Red Mundial.
El conjunto de herramientas "¡Vamos a lograrlo!"
En este contexto, existe una gran necesidad de información y recursos a nivel de las comunidades de base, que la guía “¡Vamos a lograrlo!” pretende subsanar. El mensaje general de los materiales es claro: tanto si el usuario es una autoridad local que no sabe por dónde empezar como si es una organización comunitaria que quiere cambiar las cosas o un activista de edad que puede ver el potencial de su comunidad, cada paso que dé —por pequeño o sencillo que sea— puede impulsar la creación de comunidades verdaderamente inclusivas.
Guía paso a paso
Este conjunto de herramientas ofrece una especie de hoja de ruta o guía paso a paso para orientar el camino que han de emprender las comunidades para mejorar su adaptación a las necesidades de las personas mayores. Entre estos pasos, cabe mencionar los siguientes.
Consultas con personas mayores sobre el terreno
La experiencia del envejecimiento no es “de talla única”, por lo que quienes coordinan una iniciativa deben escuchar primero las vivencias de las personas mayores. Esto ayuda a los organizadores tanto a averiguar cuáles son algunos de los retos clave que deben abordarse como a desarrollar una base empírica que respalde los cambios propuestos en lo relativo a las políticas y las infraestructuras. Por consiguiente, para hacer de una comunidad un lugar mejor para envejecer, en los materiales se aconseja empezar preguntando a las personas mayores sobre su vida cotidiana y se define esta acción como el primer paso del camino.
Creación de coaliciones
El segundo paso consiste en que las comunidades formen una coalición para promover el cambio. Una amplia coalición de partes interesadas locales ayudará a impulsar los cambios y a aprovechar mucho más los recursos escasos. Al formar una coalición, es importante tener en cuenta los activos que ya existen en cada comunidad. Esto se refiere tanto a lugares —desde parques locales a bibliotecas y museos— como a personas y organizaciones (oficinas de la administración local, organizaciones religiosas, grupos de la sociedad civil y vecinales, y empresas locales).
Otros pasos
Los siguientes pasos consisten en desarrollar una estrategia compartida y, a continuación, planificar y ejecutar las acciones iniciales. Como indica la guía, incluso los proyectos pequeños pueden tener un gran impacto y demostrar el valor de implicarse con las personas mayores de la comunidad y de dar respuesta a sus necesidades. Los líderes de la iniciativa deben trabajar con los asociados estratégicos a fin de conseguir que estos emprendan acciones específicas para avanzar en los objetivos compartidos y garantizar que las actividades compartidas tengan el máximo impacto. La estrategia debe tener en cuenta quiénes son los principales responsables de la toma de decisiones y departamentos y organizaciones gubernamentales sobre los que es importante influir, cómo se toman las decisiones y a quién hay que implicar para lograr los cambios. Debe establecer objetivos claros, plazos y un plan sencillo de seguimiento y evaluación que incluya a un grupo diverso de personas mayores.
Ideas brillantes
En este conjunto de herramientas se incluyen muchas ideas inspiradoras que se han puesto en práctica para provocar cambios en comunidades de todo el continente americano. Aunque los proyectos suelen beneficiar a todos, en los materiales se pone de relieve la importancia de situar a las personas mayores en el centro del proceso de toma de decisiones, un enfoque que eleva al mismo tiempo su valor como activo comunitario. Los proyectos destacados cuestan poco y son fáciles de reproducir, y además pueden inspirar otras innovaciones. Entre las ideas, se incluyen formas para hacer que las calles estén mejor adaptadas a las personas mayores, juegos, actividades físicas y parques infantiles, y murales y otras formas de conexión y embellecimiento de la comunidad.
En toda la región pueden encontrarse ejemplos de personas mayores que impulsan mejoras en la comunidad. En las afueras de Bogotá, un grupo comunitario de personas mayores de un área de bajos ingresos formó una iniciativa de jardinería para apoyar a los residentes mayores vulnerables al aislamiento y la soledad (véase la imagen 1). El grupo convirtió un espacio abierto donde se llevaban a cabo actividades relacionadas con las drogas en un jardín y huerto compartido que ahora fomenta la interacción social y la actividad física. Los miembros mayores de la comunidad, capacitados por profesionales de la jardinería, ayudaron a seleccionar plantas y cultivos fáciles de mantener y adecuados para distintas altitudes, y recibieron plantones y herramientas básicas para poner en marcha el proyecto (véase la imagen 2). Los jardines animan ahora a las personas mayores a participar en la vida comunitaria y funcionan como lugar de encuentro para la organización de actos y actividades para la comunidad en general, desde actuaciones musicales y actividades relacionadas con las artes creativas hasta talleres sobre nutrición o sobre los derechos de las personas mayores.
Fuente: Personas mayores en un huerto urbano en Juan José Rondón (Bogotá)
© Aura Calimán, HelpAge International.
Fuente: Capacitación sobre huertos urbanos en Bogotá
© Aura Calimán, HelpAge International.
En Cartago (Costa Rica), el gobierno municipal mejoró la calidad de los servicios de transporte público prestados a las personas mayores. A través de una interacción directa y continua con los miembros mayores de la comunidad para comprender sus experiencias de vida y darles una mejor respuesta, el gobierno municipal consiguió que 15 empresas de transporte participaran en diversas actividades. Los conductores de autobuses, por ejemplo, fueron invitados a centros de día para conocer los problemas de las personas mayores relacionados con el transporte, como, por ejemplo, la sencilla pero crucial tarea de subir a un autobús y bajarse de él. Para fomentar la interacción y el desarrollo de relaciones en estos eventos, los conductores incluso ayudaron a proporcionar atención y apoyo durante las comidas. La experiencia, por la que los conductores recibieron certificados de participación, les ayudó a comprender mejor el envejecimiento y las necesidades de las personas mayores, lo que les permitió, en última instancia, prestar un servicio más adecuado y considerado. La municipalidad llevó a cabo también una campaña de comunicación para subrayar la importancia de tratar a las personas mayores con cuidado y respeto. La campaña incluyó iniciativas en las redes sociales, así como carteles en los autobuses, en las estaciones de autobuses y a lo largo de las rutas para sensibilizar a las empresas operadoras de autobuses, a los conductores y al público en general (véase la imagen 3).
Empoderar a las personas mayores como activistas comunitarios
En el conjunto de herramientas también se destaca la metodología Age Demands Action de HelpAge International, un recurso que ofrece orientación para lanzar campañas destinadas a amplificar las voces de las personas mayores y generar el impulso necesario para el cambio. Un buen ejemplo de ello es una organización de personas mayores de La Plata (Argentina) conocida como Red Mayor, que hizo campaña para crear conciencia sobre sus dificultades para acceder al transporte público y utilizarlo. Organizaron una protesta pública en las calles, colocándose delante de los autobuses cuando el semáforo se ponía en rojo, mientras mostraban carteles con mensajes como “Acerquen el autobús a la vereda”, “Esperen antes de arrancar” y “Arreglen las veredas” (véase la imagen 4). En el marco de la campaña, se trabajó con periodistas para obtener cobertura mediática y, tras la protesta, se celebró una reunión con el alcalde. A raíz de ello, la municipalidad acabó abordando varias cuestiones problemáticas mediante la adquisición de nuevos autobuses con características adicionales de accesibilidad y la incorporación a los cursos de formación de conductores de elementos tan relevantes como la importancia de respetar a las personas mayores. Este tipo de campaña dirigida al transporte público se reprodujo posteriormente en varios otros municipios.
Fuente: Personas mayores de La Plata (Argentina) movilizadas en las calles de la ciudad para exigir respeto y una ciudad más amigable
© ISALUD afiliada a HelpAge International.
Próximos pasos
Este conjunto de herramientas, al tiempo que hace hincapié en que el camino hacia una sociedad adaptada a las necesidades de las personas mayores es un proceso permanente, también ofrece orientación sobre mejoras en fases subsiguientes, que van más allá de los pasos iniciales que puede dar una comunidad y de los éxitos que consiga. Se incluyen sugerencias sobre cómo las comunidades pueden aprovechar los logros de las primeras iniciativas, normalmente modestas, mediante el acceso a apoyo y orientación adicionales, y se brinda una variedad de recursos adicionales para apoyar el trayecto de las comunidades en cada etapa.
Al mismo tiempo, las organizaciones que colaboraron en la elaboración de estos materiales están trabajando también en sus siguientes pasos. Sobre la base de esta iniciativa y las lecciones aprendidas, AARP está ayudando a HelpAge International a crear un nuevo módulo sobre comunidades amigables con las personas mayores para su marco y conjunto de herramientas de capacitación de Voice, así como un programa de formación de formadores y algunas pequeñas subvenciones para intervenciones comunitarias en América Latina. La OPS sigue prestando asistencia técnica vinculada a las iniciativas de comunidades amigables con las personas mayores en toda América, y promueve la incorporación de más ciudades y comunidades a la Red Mundial de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores. Por su parte, AARP continúa elaborando materiales de orientación fundamentales para las comunidades y ofrece cada vez más traducciones al español de estos recursos en áreas como la mejora de la circulación a pie o la creación de un hogar cómodo y seguro para las personas mayores, entre otras.
Esperamos que el conjunto de herramientas de “¡Vamos a lograrlo!” inspiren a los responsables de la toma de decisiones y a los activistas comunitarios de todo el mundo a iniciar, o continuar, su camino hacia comunidades adaptadas a las personas mayores. Las acciones iniciales, a menudo pequeñas, pero bien orientadas, pueden generar un impacto e impulsar el deseo y el compromiso de las ciudades y comunidades de hacer más, y quizás algún día incluso ampliar su compromiso uniéndose a la Red Mundial de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores de la OMS.