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Para América Latina y el Caribe, esta revisión considera los resultados censales de la ronda 2020 disponibles por edad y sexo para la Argentina, el Brasil, el Ecuador, la República Dominicana y Panamá. También fueron actualizados los datos de los países con las últimas encuestas de demografía y salud, y estadísticas vitales publicadas hasta 2023. Cabe destacar que el CELADE, con base en lo anterior, ha actualizado además sus estimaciones de población urbana y rural, y de la fuerza de trabajo para los 20 países de América Latina.
Los resultados muestran que, en 2024, la población de América Latina y el Caribe alcanzó una cifra de alrededor de 663 millones de habitantes, lo que representa cerca del 8,1% de la población mundial, que hoy se aproxima a 8,2 mil millones de personas. La revisión 2024 de las estimaciones y proyecciones de población de Naciones Unidas proyecta que la región va a alcanzar una población máxima de aproximadamente 730 millones en 2053, mientras que la población mundial tendrá su punto máximo en 2084, llegando a un valor próximo a 10,3 mil millones de personas.
El aumento de la población mundial en los últimos cien años es el resultado de dos grandes tendencias: el incremento de la esperanza de vida al nacer ligado a la disminución de la mortalidad; lo que por lo general antecedió al descenso de la fecundidad, la cual se mantuvo en niveles elevados durante décadas en varios países del mundo. Si bien la transición demográfica es un fenómeno global, la disminución de la mortalidad y la fecundidad ocurrió a diferentes ritmos y velocidades, configurando un potencial de crecimiento derivado de la estructura por edades de la población. Dicho de otra manera, aun cuando la fecundidad desciende, la población continúa creciendo porque se mantiene un importante contingente de mujeres en edades reproductivas. Como resultado de la compleja dinámica demográfica, los nacimientos continúan superando a las muertes a nivel mundial y la población, por tanto, sigue creciendo, aunque a un ritmo menor.
América Latina y El Caribe se ha caracterizado por una rápida transición demográfica, respecto a otros continentes como Europa, que hizo que pasara de altos niveles de mortalidad y fecundidad en los años cincuenta a bajos niveles en ambas variables demográficas en la actualidad. La caída de fecundidad en la región es, en particular, un evento sin precedentes – si en la década de 1950, las mujeres de la región tenían en promedio 5,8 hijos durante su período reproductivo, en 2024 ese número es de 1,8, cifra que está por debajo del nivel de reemplazo. Sin embargo, la región se caracteriza por una gran heterogeneidad en el proceso de transición demográfica, lo cual se debe a una combinación de factores socioeconómicos, culturales y de acceso a servicios que operan en cada país. Por ejemplo, en 1950, la tasa global de fecundidad en Argentina era de 3,2 hijos por mujer, mientras que en Bolivia era de 6,2 hijos por mujer. Para 2024, estas cifras se redujeron a 1,5 y 2,5, respectivamente. La fecundidad adolescente en la región también ha caído de manera importante en varios países, pero sigue siendo alta con relación a otras regiones del mundo.
Dicha transición -sin precedentes- ha provocado fuertes cambios en la estructura por edades de la población de la región. Si en 1950, alrededor del 41% de la población tenía menos de 15 años, hoy esa situación corresponde al 22,5%. Al mismo tiempo, la población adulta entre 15 y 64 años se incrementó de 55,6% en 1950 a 67,6% en 2024. En 2050, se proyecta que cerca del 18,9% de la población de la región estará constituida por personas mayores de 65 años, aproximadamente el doble de lo observado en 2024 (9,9%).
Estas transformaciones de la estructura por edades en el tiempo cambian la naturaleza de la razón de dependencia demográfica, indicador que da cuenta de la capacidad laboral y productiva de una población. Mientras en el pasado los niños y las niñas eran quienes más contribuían a la razón de dependencia en la región, a partir de 2046 la razón de dependencia de personas mayores va a representar la mayor fracción de la razón de dependencia total. Además, en 2029 la región va a alcanzar el valor mínimo de razón de dependencia total, momento que representaría el punto más álgido de la ventana de oportunidades en términos de disponibilidad de población adulta para el mercado laboral. Algunos países ya se ubicaron en esa cifra en las últimas décadas: Cuba en 2008, el Brasil en 2017, Chile en 2019, y Colombia en 2022.
El cambio en la estructura por edades de la población, así como la persistente caída de la fecundidad hacia niveles por debajo del nivel de reemplazo, traen desafíos adicionales a los ya existentes en América Latina y El Caribe, dados sus altos niveles de desigualdad socioeconómica y de acceso a bienes y servicios del Estado. Sin dudas, la demografía del presente y futuro es un asunto clave para repensar la construcción de sociedades productivas, inclusivas y sostenibles.