La importancia de la incorporación del enfoque de género en cadenas productivas de América Latina y el Caribe

23 Oct 2025 | Briefing note
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Desde la CEPAL, las consultoras Paola Mascheroni y Amparo Armas realizaron un estudio acerca de las cadenas productivas vitivinícolas en el Departamento de Canelones de Uruguay, del café en Imbabura y del cacao en Pichincha, ambos en Ecuador. 

La desigualdad de género es un clivaje central que debe ser atendido tanto en el diagnóstico de los problemas de desarrollo productivo como en las políticas que se diseñen para intervenir. Existe vasta evidencia de las barreras de género que enfrentan las mujeres en diferentes partes del mundo, lo que les impide participar plenamente en las oportunidades labores y beneficios del desarrollo económico. En las diferentes cadenas de valor suelen enfrentar obstáculos en su inserción laboral, lo que se traduce en un acceso limitado a empleos seguros, bien remunerados y con oportunidades de liderazgo, según documentan organismos como UNIDO, FAO y OIT. 

Asimismo, ONU Mujeres, PNUD, FAO y RED-LAC aseguran que las mujeres tienen un desigual acceso y control de la tierra y recursos productivos, medios financieros, tecnología digital, espacios de comercialización y mercados, capacitación y asistencia técnica, espacios de representación y toma de decisiones.

La persistencia de las desigualdades de género tiene un impacto crítico en el crecimiento y desarrollo económico de los países. Los sesgos de género tienen como consecuencia una reducción artificial del talento humano de las mujeres en los mercados laborales, socavando el potencial productivo y económico de las empresas, cadenas, territorios. Mayores brechas de género en la proporción de personas en STEAM dentro de la fuerza laboral, mayor proporción de mujeres jóvenes sin autonomía económica, así como la mayor prevalencia de la violencia hacia las mujeres, se asocian con menores niveles de productividad, según referencias de la OIT. Por otra parte, las empresas con mayor representación de mujeres en puestos de gerencia tienen mayor productividad comparado con las empresas que tienen menor representación de mujeres en estos puestos.

Consecuentemente, la OIT y UNIDO establecen que distribuir recursos materiales y oportunidades de reconocimiento simbólico entre los géneros, no sólo es una cuestión de derechos humanos y justicia social, sino que también una estrategia para impulsar la productividad y la innovación. 

En términos generales, las políticas públicas contienen concepciones implícitas o explicitas sobre los comportamientos deseables para hombres y mujeres, es decir no son neutras al género. En la medida en que dichas políticas no consideren las desigualdades históricas entre hombres y mujeres pueden reproducir o incluso incrementar dichas desigualdades. 

Un primer paso para mitigar los sesgos de género en la elaboración de políticas de desarrollo productivo es la elaboración de un diagnóstico de las desigualdades en un contexto y territorio determinado. En particular, un análisis de género de cadenas productivas como el que se hizo en territorios seleccionados de Uruguay y Ecuador implica al menos cuatro componentes. En conformidad al estudio “Análisis de género en cadenas de valor” de Flores Cruz y Lindo, el análisis se debe estructurar en cuatro etapas. Primero, colocar en el centro del análisis del desarrollo productivo a las personas y a sus interrelaciones. Segundo, conocer cuáles de los eslabones de la cadena excluyen o incluyen a las mujeres. Tercero, entender las posiciones que ocupan varones y mujeres al interior de cada uno de los eslabones. Cuarto, un análisis de género en la cadena debe trascender la cuantificación sobre mujeres y hombres para profundizar en los factores socio culturales, económicos e institucionales que propician o impiden el posicionamiento de las mujeres en las mismas. 

Cadena vitivinícola del Departamento de Canelones, Uruguay

En la asistencia técnica en género y desarrollo productivo realizada por la consultora Paola Mascheroni, se destaca que el Departamento de Canelones es la principal zona vitivinícola del país, la cual concentra el 64.8% de los viñedos, el 53.5% de las bodegas y el 24.4% de los establecimientos de enoturismo de Uruguay. 

Las mujeres han estado vinculadas a diferentes etapas de la producción de la uva y el vino. Sin embargo, se les asocia un rol subalterno e invisibilizado con menor acceso a la propiedad y control de recursos. Persiste en el sector una división sexual del trabajo por la cual se asignan a las mujeres ciertas tareas que implican delicadeza y detalle, mientras que, se asocian las tareas masculinizadas a las que implican fuerza, vigilancia y uso de maquinaria. A través del estudio, Mascheroni identificó una incorporación paulatina de mujeres particularmente en bodegas, así como al enoturismo como una oportunidad para las mujeres y la “cuarta generación”. Si bien los servicios turísticos ligados al vino pueden implicar una oportunidad de negocio para las mujeres, no son la actividad tractora ni principal de la cadena, con lo cual los desafíos de género persisten, sobre todo en las bodegas. 

A través de las mujeres entrevistadas, la consultora de CEPAL logró identificar que existe una baja participación de mujeres en espacios gremiales del sector y, en consecuencia, una menor implicación de estas en la definición de acciones para la promoción de la vitivinicultura y la incorporación de acciones para la equidad de género. Impulsar la participación y liderazgo de las mujeres en las organizaciones gremiales del sector es una de las claves para la transformación. 

En este sentido, las entrevistadas identifican las tareas de cuidado no remunerado como una de las dificultades que tienen las mujeres para su inserción laboral en la cadena. Al momento de ser consultadas sobre las necesidades de las mujeres para mejorar su situación en la cadena vitivinícola y promover una mayor equidad de género, las menciones están orientadas al reconocimiento y visibilidad, las oportunidades y garantías para la mejora de la inserción laboral, el acceso a recursos y toma de decisiones, la generación de condiciones que permitan articular el trabajo productivo-reproductivo, y el apoyo a la participación en organizaciones productivas y la promoción de espacios de encuentro  e interacción entre mujeres.

Una de las líneas de trabajo que surgieron a partir de la asistencia técnica es la realización de una encuesta que se encuentra en curso Encuesta sobre la situación de los varones y las mujeres en el sector vitivinícola, llevada a cabo por el Instituto Nacional del Vino de Uruguay a nivel nacional, en el que se esperan recoger información cuantitativa sobre mujeres y hombres en las bodegas, espacio que hasta el momento no había sido explorado desde la perspectiva de género en el país. Asimismo, esta línea de trabajo continuará en la incorporación de la perspectiva de género en el plan de reconversión vitivinícola en el que se encuentra liderando INAVI junto con el MGAP (Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca) de Uruguay.

Diagnóstico sobre la situación de las mujeres en la cadena productiva del cacao en la provincia de Pichincha

El diagnóstico realizado por la consultora Amparo Armas se sustenta principalmente en un enfoque cualitativo con base en información recabada en entrevistas individuales a mujeres de pequeña producción familiar del cacao, mujeres jornaleras, representantes de asociaciones de cacao de Puerto Quito y otros actores claves de la cadena.

A modo de introducción, la consultora hace énfasis en la relevancia del cacao en Ecuador, siendo este cultivado en más de 500.000 hectáreas a nivel nacional. Las mujeres, juegan un rol relevante en el trabajo del cacao. Sin embargo, Armas postula que el trabajo realizado por estas mujeres queda invisibilizado, ya que solo el 22% de productoras se muestra en registros oficiales. 

El diagnóstico revela la importancia del apoyo de la prefectura de Pichincha para abrir oportunidades a mujeres, que permiten su empoderamiento y sobrepasar las barreras que enfrentan en sus hogares con cónyuges y tareas del hogar no remuneradas. En el marco de la prefectura existen dos programas de apoyo que, según Armas, se pueden complementar. Uno de ellos es el programa Guarmi que atiende a mujeres en situación de violencia y realiza talleres, atención psicológica y brindan espacios de contención.

El segundo, es el Centro de Valor Agregado, el cual, según sus estadísticas, atiende un 95% de mujeres y permite que realicen la transformación del cacao con maquinarias del centro y las capacita sobre cómo hacer los diferentes derivados del cacao. 

Otro aspecto que recalca Armas en su diagnóstico es que la fragmentación en la gestión pública desde las diferentes entidades no permite una sinergia para apoyar la multidimensionalidad de las problemáticas de las mujeres y por tanto, es necesaria la articulación de actores tanto públicos como privados para fortalecer a las mujeres en la cadena productiva que llevan al cacao y el chocolate del Ecuador a concursos internacionales.

La asistencia técnica propuso un conjunto de recomendaciones para trabajar con las prefecturas, entre las que puede mencionarse: formación en género a los equipos técnicos que trabajan en temas productivos, la instalación de mesas técnicas de trabajo conjunto entre equipos de las unidades de género y las de desarrollo productivo en las prefecturas, la difusión de los derechos patrimoniales en ámbitos rurales, (promoviendo la la co-titularidad de la tierra), diseñar actividades de asistencia técnica especificas en cacao y café, adaptadas a las necesidades de las mujeres teniendo en cuenta el territorio y la movilidad, promover liderazgo de las mujeres en las cadenas a través del trabajo con empresarias,  entre otras. A futuro el desafió es la implementación de estas y otras medidas así como el intercambio con otros gobiernos subnacionales y nacionales de forma de escuchar e intercambiar buenas prácticas, de forma de escalar las experiencias. 

Ambos estudios reflejan la invisibilización del trabajo femenino y la urgencia de incorporar políticas públicas con enfoque de género que permitan disminuir las brechas y desafíos que enfrentan las mujeres en las cadenas productivas de la región, junto con lograr una transformación del enfoque productivo y construir cadenas productivas más equitativas. Para esto, surge como clave la generación demecanismos de articulación y coordinación permanente entre las unidades de trabajo dedicadas al desarrollo productivo y aquellas unidades o comisiones de género en las instituciones. 

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