Description
A través de los cinco trabajos que incluye esta publicación, se proponen criterios renovados sobre la prevención del consumo de drogas ilícitas En todos ellos, se privilegia la comprensión de los contextos culturales en que transcurre dicho consumo y la significación que éste adquiere para sus usuarios. Desde esa perspectiva, se da cuenta de diversas prácticas preventivas que, enriquecidas por el aporte de distintas disciplinas, como la psicología social, la antropología y la sociología, recrean la relación entre el agente externo y los beneficiarios. En su artículo, Oriol Romaní ofrece un recuento histórico y crítico de los distintos paradigmas que han regido la prevención del consumo de estupefacientes. En este marco, plantea la necesidad de precaver, prestando especial atención a mecanismos informales de control que surgen de la propia cultura grupal de los consumidores, potenciando las capacidades de autocontrol que ellos puedan tener. Sugiere el autor que esto debe complementarse con la difusión y discusión, entre los grupos, de información objetiva respecto de los efectos deseados e indeseados que produce el uso de las sustancias ilícitas, sin perder de vista que las medidas técnicas sólo funcionan cuando éstas se aplican en el mundo de los grupos correspondientes. Por su parte, María Elsa Pulido describe en su trabajo distintas formas y significaciones de la utilización de sustancias psicotrópicas, desde las prácticas seculares de conjuntos étnicos hasta los usos modernos de la pasta base, la cocaína y el MDMA-éxtasis, con fines y efectos distintos que atraviesan la cultura de la marginalidad, del yuppismo" y de la fiesta. En seguida, da a conocer cómo la prevención se plasma en un discurso que se construye de manera heterogénea, según provenga de los ámbitos de la justicia, la salud, la economía, la psicología, la intervención sobre la familia o desde la escuela. A la luz de su trabajo de prevención en la Alcaldía Mayor de Bogotá, Colombia, la autora plantea criterios alternativos basados, sobre todo, en variables socioculturales y en la necesidad de reconocer que la comunidad es el actor principal en todas las propuestas destinadas a prevenir el consumo indebido de estupefacientes. Alejandro Tsukame establece como categoría o criterio el "manejo social del uso de drogas", centrado en la participación de los propios consumidores en la elaboración de las políticas respectivas. Para ello, argumenta que es posible encontrar en la sociedad chilena pautas de consumo controlado de ciertos estupefacientes, que está cargado de significaciones para los usuarios. Se trata de un ciclo de asimilación que puede darse sin incurrir en situaciones de abuso o riesgo. Muestra los contrastes que hay entre los discursos oficiales y aquellos de los propios consumidores frente a las sustancias psicotrópicas, presentando una descripción fenomenológica de los ritos que existen en el consumo de drogas entre los jóvenes. A su juicio, la comunicación no verbal y el contexto ritual de la acción y el efecto de consumir son clave para entender el fenómeno y para fomentar y difundir prácticas preventivas. Una perspectiva distinta plantea Roberto Merlo en su artículo, basándose en su estudio sobre la prevención del consumo en México, D.F. y en Bolonia, Italia. Recurriendo a conceptos desarrollados por Elías Canetti en su libro Masa y poder, Merlo sostiene que para precaver se deben considerar las formas posibles de convivencia en la construcción colectiva de la comunidad, la elaboración del fracaso y la impotencia, el conocimiento pormernorizado del lugar o conjunto de personas con el que se va a trabajar, los estigmas y estereotipos que marcan a esos grupos y su entorno, los ritos y mitos que rodean el consumo de drogas, el manejo de conflictos en concentraciones de masa y las relaciones que forman redes entre sujetos. A través de estas categorías, muestra el trabajo innovativo realizado mediante distintos programas en las ciudades mencionadas. Finalmente, Mauricio Sepúlveda se basa en sus trabajos etnográficos con grupos en sectores populares de la ciudad de Santiago, Chile, cotejando los discursos de los propios actores con el tipo de discursos y normativas que se plantean desde las instituciones y en los programas preventivos sobre el consumo de drogas. En su análisis de lo que ha llamado la "retórica de la prevención", el autor se concentra de manera particular en la prevención temprana y en cómo ésta permite encarar la "gestión del riesgo". Además, destaca la centralidad de la dimensión familiar y parental en el discurso y la pragmática de esta prevención temprana y propone redimensionarla, considerando tres ejes decisivos para contextualizar culturalmente el análisis: la construcción de lo masculino y lo femenino, la producción y transmisión de saberes, y los consumos culturales."