Comunicado de imprensa
Palabras de Alicia Bárcena, Secretaria ejecutiva de la CEPAL, en el Diálogo de alto nivel Desarrollo en Transición: Los Desafíos del Desarrollo en un Mundo Cambiante
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4 de octubre de 2018
Sala Raúl Prebisch
CEPAL
Santiago de Chile
Señor Neven Mimica Comisario de Cooperación Internacional y Desarrollo de la Comisión Europea,
Señor Roberto Ampuero, Ministro de Relaciones Exteriores de Chile,
Estimadas y estimados Ministros, Vice-ministros y representantes de los Estados miembros de la CEPAL,
Señoras y señores miembros del Cuerpo Diplomático,
Representantes de organismos internacionales y colegas del sistema de las Naciones Unidas,
Distinguidos invitados,
Queridos colegas de la CEPAL,
Amigas y amigos,
Bienvenidos a esta casa de las Naciones Unidas en América Latina y el Caribe, que hoy se honra de acoger el diálogo de alto nivel entre la Comisión Europea, la CEPAL y el Centro de Desarrollo de la OCDE, para imaginar, conjuntamente con los países de nuestra región, los desafíos de la cooperación para el desarrollo.
Nos honra recibir al Comisario Mimisa (Dobrodošao kući (bienvenido a casa), hvala što si nam se pridružio (gracias por acompañarnos), su presencia aquí es una señal contundente de la voluntad y el compromiso de Europa por fortalecer los puentes, la conversación y el intercambio de ideas para construir una nueva narrativa de desarrollo. Proviene usted, Comisario, de un país que encaró transformaciones profundas y rápidas, cambios portentosos en tiempos cortos, cruzado por enormes dificultades pero que ha logrado perfilar su desarrollo con efectividad. Señal de ese nuevo sitial que lograron labrarse es su propia presencia como primer croata Comisario de Europa. Le cuento que ha llegado a una tierra acogedora donde vive una muy significativa comunidad de sus compatriotas, protagonistas de primera línea en las diferentes esferas del quehacer social.
Nos complace también darle la bienvenida a Roberto Ampuero, en su primera visita a la CEPAL como canciller de de la república, a quien quisiera expresar la permanente gratitud de la Cepal a Chile, primero por que el estableciminto de esta Comision regional fue idea chilena materializada por Hernan Santa Cruz en el Ecosoc hace ya 70 años y por el historico y permnente apoyo de Chile a las actividades de la Cepal. Justo es recordar que el actual Presidente Chile Sebastian Piñera fue, en los inicios de su trayectoria como economista, miembro de esta casa.
Y por supuesto quiero agradecer a los representantes de los países miembros de la Comisión por acudir a este diálogo, sus orientaciones respecto a la cooperación para el desarrollo serán esenciales para guiar nuestras acciones futuras.
Amigas y amigos,
La economía internacional atraviesa un período de grandes transformaciones, enfrentando nuevos desafíos y riesgos que llaman a fortalecer el multilateralismo y a fomentar una cooperación internacional más inclusiva, abierta y representativa.
El cambio climático, la estabilidad financiera global, la transición demográfica y los altos flujos migratorios, las tensiones comerciales, la revolución tecnológica y sus posibles efectos sobre el empleo, en particular el de las mujeres y los jóvenes, el aumento de la desigualdad global y la polarización social debido a políticas favorables al interés financiero y esquemas de precarización laboral, han hecho que cuestionemos los modelos de desarrollo, las estrategias de política y la cooperación multilateral.
Se han exacerbado sentimientos de incertidumbre, pesimismo y descontento. Hay un déficit de confianza.
Así lo señaló Antonio Guterres, Secretario General de ONU al abrir la sesión de alto nivel de la Asamblea General la semana pasada, donde reafirmó también que la cooperación multilateral sigue siendo uno de los mejores instrumentos para abordar los desafíos globales y regionales del desarrollo.
Es cierto que contamos con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, una agenda civilizatoria y universal adoptada en 2015. Pero el mundo cambió profundamente en estos años y por ello su implementación requiere adoptar nuevos esquemas de cooperación y nuevos instrumentos, en especial para abordar los particulares desafíos que enfrentan los llamados países de renta media, para cerrar brechas críticas para movilizar recursos para el desarrollo. Brechas fiscales, brechas de ahorro e inversión, brechas de acceso a mercado de capitales y para atraer inversión extranjera directa.
Reconociendo estas realidades, el nuevo Consenso Europeo sobre Desarrollo aprobado en 2017 enfatiza la importancia de los países de medianos ingresos (MIC). Resalta la necesidad de prestar atención a los desafíos específicos de los países que se gradúan desde ingresos bajos a ingresos medios utilizando mecanismos para suavizar su transición.
El documento de la UE también subrayaba las cuestiones de pobreza, desigualdad y exclusión social que enfrentan muchos países de renta media y la necesidad de apoyar la implementación de los objetivos sociales de desarrollo (ODS) así como de tener en consideración los bienes públicos mundiales. Finalmente, la UE sugiere diferenciar el caso de los países en desarrollo más avanzados que es una categoría ignorada por las estrategias de cooperación de la UE en el pasado.
Es así, que a partir de mayo 2017 comenzamos esta conversación junto con la Unión Europea y el centro de desarrollo de la OCDE y los países de América Latina y el Caribe para repensar el desarrollo y la cooperación e intentar construir un marco conceptual innovador que permita incluir a todos los actores, los menos adelantados, los de ingreso medio y los de mayores ingresos en una narrativa que hemos denominado en principio “desarrollo en transición”.
Hoy lanzamos este documento titulado “Nuevos desafíos y paradigmas: perspectivas sobre la cooperación internacional para el desarrollo en transición”.
Creemos que es un debate necesario y oportuno. La idea del “desarrollo en transición” surge a partir de la insatisfacción con una medición limitada que clasifica a los países en desarrollo de acuerdo con su PIB per cápita (ingreso per capita) al punto que cuando un país ha alcanzado un cierto umbral se les gradúa de la tradicional ayuda oficial al desarrollo, del acceso a fondos concesionales y de un tratamiento diferenciado en materia comercial.
“Graduarse” en términos del ingreso per cápita no significa graduarse en términos del desarrollo.
Uno puede graduarse y sin embargo, como nos pasa en el 85% de los países de América Latina y el Caribe, seguir encarando brechas estructurales, altos niveles de desigualdad y atrasos en tecnología y manejo de medio ambiente.
Por supuesto que emerge pronto la pregunta: ¿Cómo se vinculan desarrollo en sentido amplio con PIB per cápita? Hay una relación positiva entre ambos, pero no es lineal. Un mismo PIB per cápita puede significar cosas distintas y esconder graves problemas de desarrollo.
Por ello, es necesario poner al centro del debate el hecho que no existe un camino universal para alcanzar el progreso. Los procesos de desarrollo no son lineales en el tiempo. No se trata de una sucesión de etapas con miras a lograr incrementos sobre un factor específico o con el objetivo de sobrepasar un determinado umbral.
Niveles de ingreso per cápita más elevados no necesariamente implican menores niveles de pobreza, menos desigualdades o mayores niveles de desarrollo y bienestar. El desarrollo debe entenderse más como un proceso multidimensional y complejo, que consiste en hacer frente a los problemas estructurales de un determinado país, que cuenta con una historia y cultura propia. América Latina y el Caribe (LAC) ofrece en este contexto un escenario perfecto para construir una nueva narrativa para el desarrollo.
Los países de la región han alcanzado mayores niveles de ingreso, lo cual es una buena noticia pues en general se han mitigado la pobreza. Sin embargo, aún persisten ciertas brechas estructurales históricas, al mismo tiempo que otras nuevas han surgido incluyendo, entre otros, el lento crecimiento de la productividad, la falta de diversificación de la estructura productiva, la falta de modernización tecnológica, la persistencia de la pobreza y la vulnerabilidad social, la debilidad institucional, la vulnerabilidad a los efectos del cambio climático y los problemas de financiamiento para el desarrollo.
La baja productividad se explica en gran medida por la estructura productiva poco diversificada y la falta de modernización tecnológica. Por su parte a pesar de los progresos significativos en la reducción de la pobreza -entre 2002 y 2014 más de 50 millones de personas salieron de la pobreza y 30 de la pobreza extrema- el aumento de estas cifras a partir del 2015 es preocupante. En términos absolutos aún 168 millones de latinoamericanos y caribeños aún viven en condiciones de pobreza y fundamentalmente residen en países de ingreso medio. Y 40% de los que salieron de la pobreza son vulnerables a volver a caer en ella, circunstancia que tiene mucho que ver con la elevada informalidad laboral.
A su vez esto explica por qué más de la mitad de los trabajadores de la región no contribuyeron a los programas de pensiones o de atención médica.
Nuestra región es la más desigual del mundo (0,5) junto con África subsahariana (0.45). Y nuestras desigualdades se reflejan en múltiples dimensiones, incluidas las desigualdades territoriales al interior de los países, las desigualdades de género y las desigualdades en los aspectos sociales y económicos, como en el acceso y la calidad de la educación, la infraestructura básica y los servicios de salud.
América Latina y el Caribe exhibe en demasiados casos aún, instituciones débiles lo que mina la aplicación del estado de derecho.
Por su parte para los países de ingreso per capita en el umbral más alto, los desafíos del desarrollo están menos relacionados con la pobreza y más relacionados con la construcción de capacidades institucionales, financieras, sociales y tecnológicas necesarias para alcanzar y diversificar la economía, a través de nuevas alianzas y modalidades de cooperación.
A los países insulares de El Caribe, que son de ingreso medio en su mayoría, les afecta la vulnerabilidad financiera y la climática lo cuál complica sus perspectivas de desarrollo sostenible.
La complejidad de estos heterogeneos desafíos del desarrollo requiere instrumentos eficaces en temas de movilización de recursos financieros domésticos e internacionales. Pero, la mayoría de los países en transición no tienen la capacidad para movilizar recursos internos para la implementación efectiva de la nueva agenda de desarrollo.
El "desarrollo en transición" involucra un proceso de rearticulación y redefinición de las relaciones entre los países con diferentes grados de desarrollo en el sistema internacional, en el cual variables globales, regionales y locales están altamente relacionadas entre sí.
Los resultados concretos que esperamos lograr son:
Un marco analítico en el documento de perspectivas económicas que produciremos en conjunto con el centro de desarrollo de la OCDE, la Unión Europea, el Banco de Desarrollo y la CEPAL, que nos permita repensar el desarrollo y evaluar los casos cuando el crecimiento ocurre sin resolver las trampas fiscales (LAC recauda 22% del PIB en impuestos mientras que la OCDE llega al 34%) o sin resolver la trampa de productividad (representa el 27% de la de Estados Unidos), o sin considerar las trampas de vulnerabilidad (riesgo de caer en la pobreza ante un shock negativo). Una de las trampas más relevantes es la trampa de la institucionalidad para mejorar los servicios públicos como la salud, la educación, la protección social vinculados con una ciudadanía cada vez más exigente. Esto implica restablecer la confianza en las políticas y las instituciones. La insatisfacción de la ciudadanía respecto a los servicios públicos, la corrupción y la impunidad han erosionado la moral tributaria en la región. De tal manera que el 52% de la población justifica el no pagar impuestos. Lo que plantea la urgencia de repensar al contrato social
En segundo lugar, estudios de caso que aborden la multidimensionalidad del desarrollo y nos orienten sobre los desafíos del desarrollo en transición. Una característica distintiva de las economías en transición es la retroalimentación de estas trampas lo que requiere un abordaje sistémico y multidimensional para diseñar estrategias nacionales de desarrollo con base en evidencias analíticas.
Tercero, diálogos con los países en diferentes formatos para compartir ideas y construir colectivamente la narrativa que mejor se adapte a las realidades de esta región.
Cuarto herramientas analíticas y de medición que nos permitan diagnosticar el estado de desarrollo de los países y cómo evaluar sus trayectorias y etapas de desarrollo.
Quinto, propuestas y lineamientos para una agenda de desarrollo en transición que tenga como objetivo central convertir mayores ingresos en mayor bienestar y desarrollo en la que participen todas las instituciones para desarrollar capacidades nacionales para superar las trampas del desarrollo antes mencionadas.
Sexto, un mecanismo para identificar la oferta y la demanda de cooperación a través de mecanismos e instrumentos como la cooperación sur-sur y la cooperación triangular bajo criterios innovadores. Además de brindar las condiciones para una agenda colectiva de cooperación para abordar los grandes desafíos globales tales como el cambio climático, el cambio tecnológico, los fenómenos migratorios y el financiamiento para el desarrollo.
De manera pionera la UE y -LAC con el apoyo del Centro de Desarrollo de la OCDE proponemos explorar complementariedades y esfuerzos mutuos para desarrollar nuevas formas de cooperación e ir más allá de los instrumentos tradicionales para incluir un nuevo conjunto de modalidades, como la creación de capacidades, el intercambio de conocimientos y la transferencia tecnológica, que permitan detectar y trabajar sobre las principales necesidades concretas de cada país, priorizando los objetivos y necesidades de desarrollo específicos.
Dentro de este nuevo paradigma de la cooperación internacional, para enfrentar los desafíos globales se necesita una relación más profunda y comprometida entre la UE y LAC. Ambas regiones estamos llamadas a jugar un papel fundamental en la agenda multilateral con mira a un desarrollo más sostenible e inclusivo.
Amigas y amigos, Neven, Roberto, permitanme cerrar estas palabras con el recuerdo la visión luminosa y monumental de la cúpula del Hospicio Cabañas, en la ciudad de Guadalajara, México.
La enorme bóveda de su techó sirvió de lienzo a uno de los murales más conocidos de José Clemente Orozco, “El hombre de Fuego”.
Carlos Fuentes, impresionado por su potencia, nos relataba sobre la obra: “Con sus trazos maestros Orozco resuelve allí, en una sola figura al hombre europeo y al indoamericano. Una sola figura que suma a Prometeo y Quetzalcóatl, el hombre en llamas, destinado para siempre a perecer en las llamas de su propia creación y a renacer de ellas (…) en Orozco los dos mundos, el viejo y el nuevo, la Europa y Latinoamérica, se funden en el calor de la llama, se comunican universalmente, se reúnen y se abrazan”.
Permítanme hoy, con el recuerdo de Orozco, fundirme yo también en el abrazo entre Europa y America Latina y el Caribe y agradecerles por concurrir a este esfuerzo compartido por encarar juntos el desafío de forjar sociedades más justas, prosperas e igualitarias.
Muchas gracias.