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Seminario Intercambio de experiencias y fortalecimiento de capacidades humanas e institucionales, la cooperación sur-sur entre México y Chile en biodiversidad

7 de agosto de 2017|Discurso

Intervención de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL.

Intervención de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, en la inauguración del seminario Intercambio de experiencias y fortalecimiento de capacidades humanas e institucionales, la cooperación sur-sur entre México y Chile en biodiversidad

Lunes 7 de agosto de 2017

CEPAL

 

 

Jorge Canals, Subsecretario de Medio Ambiente de Chile,

Rubén Beltrán, Embajador de México en Chile,

Isabel Allende, Senadora de la República de Chile,

Julia Carabias, Académica de la Universidad Autónoma de México y ex Secretaria de la primera Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México,

Juan Carlos Castilla, Premio Nacional de Ciencias de Chile y Premio de Ciencia y Tecnología de México,

Juan Bello, Coordinador Regional de la División de Ciencia de la Oficina para América Latina y el Caribe de ONU Medio Ambiente,

Representantes gubernamentales,

Representantes de la sociedad civil y la academia,

Miembros del cuerpo diplomático,

Colegas del Sistema de Naciones Unidas y de la CEPAL,

Amigas y amigos,

Bienvenidos a la CEPAL, la casa de latinoamericanos y caribeños y centro de pensamiento del sur. Es un honor para mí recibir hoy en nuestra casa a representantes de mis dos queridas patrias, la de origen y la adoptiva.

Me enorgullece más aún que el tema de este encuentro sea de relevancia máxima. Durante los últimos 50 años, los seres humanos hemos cambiado los ecosistemas más rápida y extensamente que en cualquier otro período comparable de la historia humana.

América Latina y el Caribe es una región del planeta que prácticamente contiene todos los biomas y ecosistemas que existen en el mundo, alberga una enorme cantidad de plantas, hongos, líquenes, animales terrestres, marinos dulceacuícolas, microorganismos, algunos únicos. Tiene centros de origen y domesticación de plantas, variedades y recursos biológicos, una gran proporción de países megadiversos. Sin embargo, debido a las altas tasas de transformación del paisaje, somos una de las zonas del mundo con mayor amenaza a nuestro patrimonio natural y cultural.

Por ejemplo, los bosques de mangle o manglares son ecosistemas sumamente valiosos para las poblaciones humanas ya que entregan una gran variedad de servicios ecosistémicos como protección a las costas, control de erosión, provisión de hábitats y refugios para especies de importancia pesquera, saneamiento de cuerpos de agua, fuentes renovables de madera, sitios de acumulación de nutrimentos, sedimentos y contaminantes, además de contribuir de manera radicalmente significativa al almacenamiento y captura de carbono en cantidades muy superiores a otros ecosistemas tropicales. Pese a ello son uno de los ecosistemas más amenazados. En los últimos 20 años, hemos perdido 25% de los manglares a nivel mundial, es decir, cinco millones de hectáreas, y México es uno de los diez países que más contribuyen a esta pérdida.

El mundo se ha puesto metas, como la meta del milenio, que han ido cambiando, madurando, reorientándose hacia una visión integral e indivisible, alumbrando a partir del 2015, los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

La conciencia pública y la preocupación por las presiones que se ejercen sobre la diversidad biológica a causa de las actividades humanas están creciendo en todo el mundo. Pero no es suficiente, porque no vamos a la par para frenar la tasa de pérdida de biodiversidad.

Esa trayectoria genera una visión pesimista en la parte ambiental y de biodiversidad, lo que nos debe alertar del enorme desafío que tenemos por delante.

Por eso es urgente promover la transición hacia un nuevo modelo de desarrollo sostenible.

La prosperidad, la profundización de la democracia, la seguridad y el bienestar de los pueblos no pueden ser materializados sin que la sostenibilidad ambiental sea integrada transversalmente por la sociedad.

La reversión de la pérdida del equilibrio de los procesos naturales debe ser considerada como un gigantesco imperativo ético y económico y un

movilizador de energías individuales y colectivas capaces de impulsar una verdadera transformación ambiental que garantice una relación amigable del ecosistema con el desarrollo económico.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible son indivisibles e impostergables y tienen una fuerte dimensión ambiental transversal que se expresa en que todos los objetivos poseen al menos una de sus metas relacionada con medioambiente y/o biodiversidad.

Debemos reconocer que tenemos recursos humanos, instituciones, tecnologías y recursos financieros que se pueden re-orientar u orientar más eficazmente hacia la sostenibilidad.

Un futuro sostenible requiere cambios en todos los niveles, desde los niveles individuales hasta las organizaciones y las sociedades, desde lo local a lo nacional, y hacia lo global.

Los sistemas con un mayor número de componentes distintos (especies, actores, fuentes de conocimiento, entre otros) suelen ser más resilientes.

Asimismo, la manera en cómo enfrentaremos el cambio global y climático es esencial. Hay círculos virtuosos y sinergias positivas y otras que son negativas. Nuestra región posee tremendas oportunidades por su enorme riqueza biológica y cultural.

En el último reporte global del Convenio de Diversidad Biológica, CDB6, se concluye que una de las mayores causas de la pérdida de biodiversidad está dada por las presiones vinculadas a la agricultura, que abarcan 70% de la pérdida estimada de la biodiversidad terrestre. Por ello, como punto crucial, recomienda reorientar las tendencias de los sistemas alimentarios, buscando una producción sostenible y restaurando los servicios ecosistémicos en paisajes agroecológicos.

Un ejemplo que puede servir como respuesta alternativa al uso de los pesticidas, cuyos efectos letales y sub-letales para otras especies como los polinizadores que tienen un papel positivo para la biodiversidad y plantaciones ocurre en zonas con un fuerte bagaje cultural ancestral en México, por el manejo alternativo de algunas plagas como los grillos. Este manejo de forma planificada, tiene efectos positivos no sólo en los agroecosistemas, evitando pesticidas, sino promoviendo adicionalmente una estrategia para elevar la calidad de la alimentación de la población local con proteína de excelente calidad y eficiencia en relación con el CO2 atmosférico, y a su vez, como alternativa económica para cooperativas de mujeres rurales que reciben un ingreso extra al comercializarlos.

El Plan Estratégico 2011-2020 del Convenio de Diversidad Biológica (Metas Aichi) establece cinco objetivos y 20 metas. El primero de los objetivos hace hincapié en las causas subyacentes a la pérdida de la biodiversidad y en primer lugar, establece la necesidad de adquirir conciencia de la diversidad biológica y de los pasos a seguir para su conservación y uso sostenible. Es decir, apuntalar la capacidad y la voluntad de la gente para realizar cambios y tomar medidas necesarias, lo que incluye la voluntad política. Para ello es necesario Integrar y reflejar los valores de la biodiversidad y contabilizar la biodiversidad en la adopción de decisiones.

También se requiere un cambio de estrategia que sea positiva y que debe adaptarse a los distintos tipos de circunstancias y situaciones culturales.

Se requieren también innovaciones sustanciales para cambiar esta inercia, una amplia y profunda transformación social, desarrollar una visión más integral e inteligente en la gestión y gobernanza de los recursos naturales, eliminar subsidios nocivos, armonizar, coordinar y construir políticas públicas, instituciones flexibles, así como aumentar la participación en redes de conocimiento coherentes con los desafíos del cambio global y climático del siglo XXI que reconozcan la importancia ética, económica y el bienestar social estrechamente vinculado a la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos.

En este escenario, la cooperación Sur-Sur dentro de un marco de desarrollo amplio, multifacético, destinado a mejorar los niveles de vida, orientada por procesos de desarrollo más sostenibles e inclusivos es una herramienta fundamental que puede jugar un rol clave para lograr el nuevo modelo que exige la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. La cooperación entre pares, horizontal y triangular, permite identificar brechas y desafíos en común, intercambiar buenas ideas, experiencias y buenas prácticas para generar una agenda de política pública nacional e internacional que esté a la altura de los cambios necesarios e inaplazables que impulsen el desarrollo sostenible a lo largo la región.

Por eso estamos felices con la reciente firma, que al fin podemos celebrar, del proyecto aprobado por el Fondo de Cooperación Chile - México de la Agencia de Cooperación Chilena para el Desarrollo y su contraparte, la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo, para la Transferencia de conocimientos entre México y Chile para el fortalecimiento institucional en el contexto del cambio climático y en el marco de la creación del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas de Chile.

Otra buena noticia para celebrar es que la semana pasada la CEPAL, a través de las Divisiones de Estadística y de la Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos, y el Ministerio de Medio Ambiente, inició un proceso de construcción nacional y colectiva de indicadores de biodiversidad para darle seguimiento a la Estrategia Nacional de Biodiversidad de Chile y a los ODS, con el apoyo de la cooperación alemana (GIZ) y la participación de otros servicios públicos y del sector académico. Este proceso participativo pretende que los conjuntos de indicadores que se mantengan en el tiempo estén validados por expertos, que sean internacionalmente aceptados, pertinentes, relevantes, específicos, y que puedan servir para extender la cooperación entre México y Chile, pues México está en un proceso similar con su propia estrategia nacional de biodiversidad, la ENBioMex, y puede enriquecerse de esta experiencia.

A su vez, deseamos extender este aprendizaje a Colombia y Perú, los países de la Alianza del Pacífico, para continuar después con cooperación triangular por la región. De hecho, cinco de nuestros invitados internacionales a este seminario participarán en la segunda parte del taller de construcción de indicadores de biodiversidad.

Cabe destacar, que este trabajo cooperativo en biodiversidad es una innovación, pues es una de las partes de la estadística y bases de datos menos desarrollada a nivel global.

Es un orgullo poder reflexionar sobre estos temas en este seminario que acoge a expertos de altísima calidad y nutrida experiencia.

Les deseo jornadas fructíferas. Como siempre, cuenten con todo el apoyo de la CEPAL.

Muchas gracias.