Descrição
Pese a la inestabilidad que se ha producido en los mercados financieros internacionales en los últimos meses, y la consiguiente agitación que afectó a las bolsas latinoamericanas, en 1997 las economías de la región registraron el mejor desempeño en un cuarto de siglo. La tasa media de crecimiento será 5.3% (comparada con el 3.2% anotado en el período 1991-1996), en tanto que la tasa media de inflación será inferior a 11%. Si bien el déficit en cuenta corriente ha aumentado considerablemente, de 35 000 millones de dólares en 1996 a 60 000 millones en 1997 (3% del PIB), el flujo de capital extranjero cubrirá con creces la brecha, al alcanzar niveles máximos sin precedentes, de por lo menos 73 000 millones de dólares. De ese total, casi dos tercios corresponderán a inversión directa. La situación del empleo también ha mejorado ligeramente, aunque el porcentaje de población desempleada sigue siendo muy elevado en varios países. Este hecho, a su vez, coarta los esfuerzos por avanzar con mayor rapidez en la reducción de la incidencia de la pobreza. El crecimiento positivo obedeció a una marcada recuperación de la inversión y a la continua expansión de las exportaciones, que se debió en su totalidad a un aumento del volumen, ya que los precios permanecieron estacionarios. El comercio intrarregional mostró un gran dinamismo, que realzó la interdependencia económica entre algunos de los países, especialmente en el Cono Sur. Al mismo tiempo, las importaciones superaron a las exportaciones, en parte como contrapartida del incremento de las inversiones, dado que las compras de bienes de capital aumentaron en forma pronunciada. La política fiscal y monetaria restrictiva aplicada en años anteriores coadyuvó a reducir la inflación a su nivel más bajo en 50 años, reforzada por tipos de cambio a veces sobrevaluados, que también contribuyeron al mencionado deterioro del balance comercial. El entorno macroeconómico más propicio permitió destinar más fondos a inversiones públicas y aplicar una política crediticia más flexible, sin afectar la estabilidad interna. El principal interrogante que cabe plantearse al concluir 1997 es si esta situación relativamente positiva podrá mantenerse durante el próximo año. La causa de mayor incertidumbre es el contexto externo: los precios de los productos primarios, los tipos de interés y, sobre todo, el flujo de capital extranjero. Se prevé que la crisis financiera asiática tendrá efectos negativos para la región, tanto en el ámbito comercial como en los movimientos de capital. Sin embargo, la vulnerabilidad financiera se mitigará en cierta medida, porque la composición del capital que ingresa a América Latina es más estable que hace unos años y el sector bancario ha ido resolviendo algunos de sus problemas. Sumando los efectos de los factores externos, muchas veces contradictorio s, y las políticas macroeconómicas adaptadas para reducir la inflación o los déficit en el balance de pagos, cabría pensar que en 1998 la región registrará una expansión inferior a la del presente año, tal vez acercándose a la tasa promedio de los años noventa. De ser así, el panorama del empleo persistirá como una de las fuentes de preocupación. En cambio, es probable que la inflación siga disminuyendo, y que el déficit en cuenta corriente se reduzca. Asimismo, la determinación de adoptar medidas difíciles en momentos oportunos para mantener la estabilidad macroeconómica, demostrada ya por varios gobiernos, da base para pensar que es poco probable que la crisis financiera asiática tenga repercusiones de tal magnitud que desencadenen nuevas crisis cambiarias en la región.