Detener la corrupción antes de que ocurra para no perder ni un peso del dinero público es una meta del Observatorio Social de Maringá, ciudad con 335 mil habitantes del estado brasileiro de Paraná.
El programa ganó el primer lugar del ciclo 2008-2009 del concurso Experiencias en innovación social organizado por la CEPAL con el apoyo de Fundación Kellogg y su modelo está siendo replicado en más de 35 ciudades de Brasil.
“A través de la movilización de la comunidad se fiscalizan las compras del gobierno, previniendo los fraudes, la corrupción y el desperdicio de los recursos públicos, clamor de toda América Latina”, señaló Nohra Rey de Marulanda, del Comité de Notables que decidió el premio entre más de 400 iniciativas de América Latina y el Caribe.
Todo partió cuando un alcalde de Maringá desvió 50 millones de dólares de recursos estatales. La gente se indignó, los culpables fueron juzgados pero el dinero nunca volvió a las arcas fiscales.
“Teníamos que hacer algo. Un funcionario de la Alcaldía firmaba un cheque y se compraba un auto nuevo. El dinero era público pero no del público”, recuerda Ariovaldo Costa Paulo, Vice-presidente del Observatorio y fundador de la Sociedad Éticamente Responsable.
En 2006 se sumaron funcionarios públicos, empresarios, académicos, estudiantes, jueces y líderes religiosos, para crear el Observatorio, herramienta de control social sin vínculos partidistas que fiscaliza el destino del gasto público con cinco empleados remunerados y 70 voluntarios.
Con ayuda del Internet, el Observatorio sigue en tiempo real los procesos de licitación. Cuando aparece la oferta, se revisa para que no presente ningún vicio, se verifica la etapa de recibo de las propuestas y adjudicación, en la que se compara el valor cobrado y se hace público en un banco de datos. Finalmente, se acompaña la fase de ejecución, para verificar que la calidad y cantidad concuerde con lo pagado.
En tres años lograron un ahorro de 12 millones de dólares. Con los fondos que “sobran”, el gasto público en educación creció 25% y en salud, 12%, mejoró la educación y se construyeron gimnasios.
La percepción ciudadana sobre el pago de impuestos cambió: “En
Brasil tenemos una de las mayores cargas tributarias del mundo,
alrededor del 40%, pero no recibíamos los servicios”, dijo Costa
Paulo. Con el éxito del Observatorio social, la población entiende
la importancia de pagar tributos como “la única fuente sustentable
de recursos para concretar la justicia social”.
Los otros ganadores
Un grupo de
170 mujeres
de la empobrecida comunidad de Ayoquezco de Aldama, en Oaxaca,
México, ganó el segundo lugar de este ciclo. Cultivan el nopal
(cactus comestible muy popular) en sus huertos caseros, invirtieron
las remesas enviadas por sus maridos migrantes en una planta
procesadora, exportar alimentos nostálgicos a sus compatriotas en
Estados Unidos y se aliaron con una empresa conformada por
migrantes, para comercializarlos.
El tercer lugar fue para un modelo de
atención de salud
a indígenas panameños que todos los años van a cosechar café a Costa
Rica, con respeto a su cultura, adaptándose a sus condiciones
de movilidad laboral, pobreza, costumbres e idioma.
El cuarto fue para un proyecto chileno que atiende a
discapacitados rurales
en un centro cuyos costos se cubren con la venta de desechos, que
son el medio de pago. Las familias tienen un papel protagónico en la
rehabilitación, los discapacitados pueden trabajar y la comunidad
colabora.
Las
Abuelas Cuentacuentos , de
Chaco, Argentina, obtuvieron el quinto lugar por su
éxito en solucionar una necesidad de la infancia con una de
los adultos mayores: los niños aprenden a amar la lectura y las
voluntarias son reconocidas por la sociedad debido a su labor
solidaria.
En los cinco ciclos del proyecto
Experiencias en innovación social, se
han
presentado 4.800 proyectos provenientes de toda la
región, identificándose
72 experiencias
probadamente innovadoras.
El 2010 estará dedicado a la sistematización y difusión de estas
iniciativas. Son emprendimientos innovadores, con excelentes
resultados, costo - eficientes y por lo tanto replicables. CEPAL
estima de vital importancia que lleguen a personas que puedan
ejecutarlas para cambiar las condiciones de vida de la población de
nuestra región.