Note d'information
Antecedentes
América Latina y el Caribe es una de las regiones más urbanizadas del planeta: 81% de sus habitantes viven en entornos urbanos, y más de un tercio lo hace en ciudades con más de 1 millón de habitantes. Los centros urbanos con alta densidad poblacional son el motor de las economías nacionales, pues representan buena parte del PIB total que se genera en los países. Sin embargo, en las ciudades se originan el 60% de las emisiones de gases efecto invernadero, lo que deteriora las condiciones socio ambientales. Por otro lado, un 39.4% de las emisiones de carbono en la región son producidas por el sector transporte, lo que deteriora las condiciones socio ambientales para sus habitantes. En ese contexto, las medidas de mitigación y adaptación que se apliquen para este sector podrían impactar social, ambiental y económicamente las ciudades para disminuir los GEI en la atmósfera y alcanzar los Objetivos de Desarrollo nacionales de la Agenda 2030. Cabe destacar la importancia del sector transporte en el PBI de los países, donde según datos de la CEPAL, se puede observar que el Transporte, almacenamiento y comunicaciones en América Latina representaba el 7,1% del PBI de los países en Latinoamérica y el Caribe.
Plan de acción: Re pensar la planificación energética para apoyar la movilidad eléctrica
Es clave recordar, sin embargo, la tendencia inercial por mantener el estado actual de las políticas de movilidad, que incentivan el uso de combustibles fósiles por los operadores debido a la falta de incentivos para transformar sus sistemas de generación hacia las renovables. El statu quo no cambiará con la velocidad demandada por la sociedad (y por el planeta) sin la acción decidida del Estado para cambiar los incentivos, reorientar prioridades y acelerar la innovación.
La planificación de la movilidad eléctrica solamente promoverá la sostenibilidad si la demanda adicional de energía es cubierta por fuentes renovables. Una matriz eléctrica con menos de un 80% de su generación basada en renovables implicará un desplazamiento en las emisiones de carbón desde los vehículos a las plantas generadoras de electricidad basadas en fuentes fósiles, por lo que es clave desarrollar una estrategia que incluya una alta proporción de fuentes renovables.