(29 de abril, 2014) "En los tiempos actuales la desigualdad se ha convertido en una cultura, no de la pobreza sino de la riqueza concentrada, y constituye un desafío frontal a las normas éticas y políticas que deberían regir el desarrollo democrático", indicó hoy Rolando Cordera, destacado economista mexicano, al dictar la XIII Cátedra Raúl Prebisch en la sede de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en Santiago, Chile.
Cordera, quien es Profesor Emérito de la Facultad de Economía y Coordinador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), realizó una exposición titulada "El desarrollo ayer y hoy: idea y utopía" ante un auditorio compuesto por miembros del cuerpo diplomático, académicos, expertos de organismos internacionales y representantes de la sociedad civil.
Cordera fue recibido por Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, quien le dio la bienvenida en nombre de esta comisión regional de las Naciones Unidas. "Esta es la primera vez que un mexicano dicta la Cátedra Raúl Prebisch y estamos orgullosos de que sea el Profesor Cordera, cuyo pensamiento ha logrado abrir rutas originales en la exploración de caminos al desarrollo que encuentren sus pistas en la realidad concreta, la historia y cultura de nuestras naciones", señaló.
"Rolando Cordera coincide con la CEPAL en que no solo en lo social se juega lo social y que la igualdad debe ser tomada como derecho y principio ético. La igualdad y la desigualdad, tanto de activos como de derechos, se ven fuertemente condicionadas por la estructura productiva, el desarrollo tecnológico, las brechas del mundo laboral, el manejo macroeconómico de los ciclos, la organización territorial, el desarrollo de capacidades, la protección social y la participación política", dijo Bárcena.
En su exposición, Cordera explicó que la relación entre democracia y desigualdad es una ecuación que debe resolverse en positivo en favor de la igualdad. Además indicó que la crisis de la igualdad es un hecho social integral y no sólo una cuestión de ingresos, accesos u oportunidades.
Agregó que el desarrollo, como proceso de cambio social, político y económico, requiere de un buen funcionamiento de las instituciones, pero también implica una reestructuración básica de valores y actitudes.
"Si la igualdad que promete la democracia se limita a las leyes o a las urnas resulta del todo insuficiente para asegurar y extender la justicia social. Por eso, el desarrollo entendido como creación y expansión de derechos, los derechos asumidos como justicia y libertad, y la política entendida como acción y compromiso permanente con el código democrático son las coordenadas imprescindibles para construir una nueva agenda y una macroeconomía reformada para el desarrollo y la igualdad", dijo Cordera.
El académico de la UNAM señaló también que el "derecho al desarrollo" antecede a la ola actual de universalización de los derechos humanos y es inseparable de la justicia social. Se trata de un derecho ciudadano fundamental y su realización debería ser una prioridad para los Estados.
"Por eso se debe reconocer como derecho universal de las naciones, la autonomía y capacidad para decidir sus pautas de desarrollo económico y distribución social, así como las formas de inscribirse en el mercado y la economía globales", enfatizó Cordera.
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