Pasar al contenido principal

Se agudizan rezagos sociales en América Latina y el Caribe

Disponible enEnglishEspañolPortuguês
6 de mayo de 2002|Comunicado de prensa

Los rezagos sociales y la mala distribución del ingreso que caracterizan a los países de América Latina y el Caribe se han agudizado en esta tercera fase de globalización, señala la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su documento Globalización y desarrollo, que presenta esta semana a sus países miembros en su vigesimonoveno período de sesiones, que tiene lugar en Brasilia.

Agrega que la "educación, empleo y protección social son los ejes de una política social activa" ya que la globalización acentúa la necesidad de desarrollar una competitividad internacional y trae aparejados nuevos riesgos sociales. Estas son tres áreas críticas, postula, en las que se deben "generar círculos virtuosos que permitan asegurar una mayor capacidad de participación tanto en el mundo global como en la construcción y en los beneficios del desarrollo económico".

La brecha educativa de la región con respecto a las economías desarrolladas y a las economías emergentes de Asia -que partieron con mayor rezago- se profundizó en la cobertura de la educación secundaria y superior y en los logros del aprendizaje. Esto sucede pese a los progresos de los países latinoamericanos y caribeños en universalizar la educación primaria y aumentar la cobertura de la secundaria, hasta alcanzar en promedio un 70%, aunque con disparidades (entre 90% en Chile y menos de 45% en algunos países centroamericanos).

Como "preocupante" califica además la CEPAL la ampliación durante la última década de las brechas de cobertura y calidad de la educación secundaria y superior entre los grupos de altos y bajos ingresos en la región. El acceso a la educación "muestra un alto grado de estratificación que reproduce, en vez de corregir, las desigualdades de ingreso. Esto, aunado a sus efectos sobre la inserción laboral y las posibilidades de movilidad social ascendente, explica en parte la ostensible rigidez de la estructura social existente en la región".

Junto con reconocer que varios países se esfuerzan en proveer a las escuelas de soportes informáticos, considerados hoy críticos para tener éxito en la sociedad de la información, el organismo de la ONU señala que "estos esfuerzos deben acelerarse", ya que el colegio se ha convertido en una oportunidad para superar la 'brecha digital interna' que es aún más amenazante que la brecha internacional.

El gasto público en educación, estimado como porcentaje del PIB, aumentó de 2.9% del producto en el bienio 1990-1991 a 4.0% en 1998-1999, pero éste es aún insuficiente si se lo compara con la inversión educativa de los países de la OCDE, en torno al 5% del PIB. La CEPAL considera importante "aumentar los recursos para la educación y asegurar su sostenibilidad en épocas de crisis" para que los futuros trabajadores puedan elevar la productividad. Las nuevas tecnologías y procesos de trabajo demandan progresivamente más creatividad, iniciativa y versatilidad, y menos especialización. "De allí la necesidad de desarrollar competencias básicas, más que habilidades específicas, para dotar al trabajador de una base de conocimientos que le permita adaptarse mejor a nuevos empleos", señala.

El empleo constituye el vínculo más importante entre el desarrollo económico y el desarrollo social ya que aporta el 80% de los ingresos de los hogares en América Latina y el Caribe. La generación de empleos de calidad es un problema grave en la región, como lo demuestra el incremento del desempleo abierto y, especialmente, de la informalidad laboral.

Según la CEPAL, hoy "la creación de empleo sólo es sostenible cuando las actividades económicas son competitivas a largo plazo". Esto impone la necesidad de elevar la productividad y de concebir estrategias para aumentar la inversión en recursos humanos y evitar que la competitividad se logre mediante la reducción de los costos laborales o que los aumentos salariales se concentren sólo en los trabajadores de los sectores más dinámicos o más organizados.

A ritmos más rápidos creció el empleo en México y los países centroamericanos y caribeños (3.7% anual en la década de 1990), que se especializaron en la exportación de manufacturas, que en los países sudamericanos (2.9% anual en igual período), donde las exportaciones de productos intensivos en recursos naturales tuvieron mayor peso relativo. Esto muestra que las oportunidades de generación de empleo dependen de los patrones de especialización de los países: en los del norte el empleo asalariado creció a mayor ritmo que el trabajo independiente, lo que contrasta con la debilidad de la demanda laboral en los países del sur, donde la generación de empleo se concentró en el trabajo independiente.

También se registra una ampliación de la brecha salarial entre trabajadores con altos y bajos índices de escolaridad, lo que se explica por los cambios en las tecnologías de la información y de las comunicaciones y en los patrones productivos. La reestructuración y expansión de los servicios generó una demanda de personal muy polarizada: en algunos servicios de personal altamente calificado y, en otros, de trabajos precarios y poco calificados.

La CEPAL anota que la globalización genera una demanda de sistemas laborales más flexibles como requisito para la generación de empleo. Su signo negativo radica en que propicia y reconoce la creación de empleos de mala calidad, lo que se refleja en el aumento de la informalidad laboral y del empleo temporario, así como en la reducción de la cobertura de la seguridad social de los trabajadores empleados en empresas pequeñas. En algunos países incluso ha aumentado la proporción de trabajadores sin contrato de trabajo.

La protección social presenta deficiencias en términos de cobertura y de la nueva estructura de riesgos que trae aparejada la globalización. Al atraso histórico de la región en la cobertura de los riesgos tradicionales (enfermedad, vejez, invalidez y muerte, e incluso nutrición, vivienda y educación), se suma ahora la necesidad de encarar la protección ante nuevos problemas, entre otros la inestabilidad laboral y de ingresos.

La vulnerabilidad de los sectores pobres o cercanos a la línea de pobreza ante la precariedad del empleo y de los ingresos de los hogares es calificada por la CEPAL como "muy alta". El 33% de los hogares, equivalentes al 44% de la población de América Latina y el Caribe, vive en situación de pobreza y, en la mayoría de los países, existe entre un 25% y 30% de hogares que enfrentan un alto riesgo de caer en la pobreza.

Los marcados ciclos económicos y la rigidez de los salarios -agudizada por el control de la inflación- se traducen en una mayor vulnerabilidad del empleo asalariado ante las variaciones del ciclo económico. Como gran parte de los sistemas de protección se desarrollaron en torno al trabajo asalariado, se hace necesario organizar una estructura de protección social que no dependa del hecho de tener un empleo formal y crear sistemas de seguros de desempleo más universales.

Según el informe Globalización y desarrollo, "la magnitud y la profundidad del riesgo social y económico imperante en la región ponen en entredicho la capacidad fiscal para encarar las exigencias que impone su manejo". La CEPAL propone en su documento una política social activa con estrategias sociales nacionales que contemplen la cobertura universal hasta la educación media y la reducción de las diferencias de calidad. En cuanto a empleo, sugiere diversas medidas para evitar el deterioro de los salarios y de las condiciones de trabajo. Por último, sobre la protección social, insta a los países de la región a regirse por los principios de universalidad, solidaridad, eficiencia e integralidad. Como la amplitud del empleo informal y el desempleo imponen límites a la universalización de la protección social basada en los esquemas tradicionales, resulta prioritario instrumentar mecanismos combinados y complementarios de seguro, que sean consistentes con las variadas formas de vinculación laboral.