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En una región altamente urbanizada como la de América Latina y el Caribe, la política urbana puede hacer la diferencia en materia de protección al medio ambiente, dijo el Secretario Ejecutivo Adjunto de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Antonio Prado, durante el International Seminar on Consumption Patterns for Sustainable Development. Challenges and opportunities for a post-2015 world (Seminario internacional sobre patrones de consumo para el desarrollo sostenible sostenible. Desafíos y oportunidades para el mundo post-2015), realizado los días 30 de junio y 1 de julio en Brasilia, Brasil.
Mientras en 1950 solo 41 % de la población de América Latina habitaba en zonas urbanas, hoy ese porcentaje se eleva al 80 %, por lo que las ciudades son el origen de la degradación ambiental, sostuvo el alto funcionario en el evento organizado por el Centro de Gestión y Estudios Estratégicos de Brasil (CGEE).
El encuentro, inaugurado por el Presidente del CGEE, Mariano Laplane, se gestó como evento paralelo a la International Scientific Conference Our Common Future Under Climate Change (Conferencia científica internacional Nuestro futuro común bajo el cambio climático), que tendrá lugar del 7 al 10 de julio en París, Francia.
En su intervención, Antonio Prado explicó que la política urbana puede ser decisiva en áreas como la calidad del espacio público (dimensión, seguridad, distribución, accesibilidad y conectividad); la oferta de infraestructura inclusiva e “igualadora” (transporte, residuos, drenaje y tratamiento de aguas residuales); la racionalización de bienes comunes, como el espacio vial y la atmósfera; y en la provisión de servicios locales de educación y salud.
“Es necesario una política pública que dé señales al mercado sobre el costo social del deterioro ambiental”, dijo el representante de la CEPAL. En ese sentido, es importante avanzar en mecanismos apropiados para mediar en los conflictos socioambientales y en procesos de ordenamiento del territorio y de planificación urbana, indicó.
A modo de ejemplo, sostuvo Prado, “el transporte en las zonas urbanas de América Latina, apoyado crecientemente en el uso de transporte privado con su correlato en el consumo de gasolina, está configurando una compleja red de externalidades negativas tales como accidentes de tránsito, congestión vehicular, construcción de infraestructura que fomenta las emisiones de CO2 y contaminación atmosférica, con impactos significativos sobre la salud de la población”.