OPINIÓN
Por Osvaldo Kacef, Director de la División de Desarrollo Económico de la CEPAL:
Exceso de liquidez global y apreciación cambiaria,
desafíos macroeconómicos para la región

Foto: Lorenzo Moscia, CEPAL

Durante 2010, América Latina y el Caribe consolidó su recuperación luego de la crisis financiera global. Si bien existen diferencias entre países, en términos generales las economías de la región exhiben niveles de actividad que superan los anteriores a la crisis, al tiempo que han logrado mantener una posición externa sólida. Ello fue el resultado de la construcción previa de espacios para ejercer una política contracíclica, así como de una mejora del entorno externo. No obstante, la situación actual presenta nuevos (aunque conocidos) desafíos, para los cuales la región debe prepararse.

El espacio para la aplicación de políticas públicas, que fueron el motor que permitió la rápida recuperación de las economías regionales, se verá afectado no solo por la necesidad de hacer frente al aumento de la tasa de inflación y de recomponer, en muchos casos, la capacidad de respuesta contracíclica, sino también por la preocupación derivada del exceso de liquidez global, que supondrá un condicionamiento importante tanto para la política monetaria como para la política fiscal en los países de la región que sean potenciales receptores de recursos financieros.

La mayor liquidez global contribuirá a profundizar la tendencia a la apreciación real de la mayoría de las monedas de la región observada en 2010, afectando a la producción de bienes comerciables, es decir, tanto a los productos exportables como a los que compiten con importaciones, lo que, sumado a la pérdida de dinamismo proyectada para los países desarrollados, tendrá una repercusión negativa sobre las cuentas externas.

Esto no representará un peligro para el crecimiento, al menos en el corto plazo. Por el contrario, se espera que la región continúe creciendo en 2011, aunque con ritmos más cercanos a las tasas de crecimiento del PIB potencial. Sin embargo, un repaso de la historia económica reciente de nuestra región permite encontrar algunos elementos de la actual coyuntura cuyos efectos en el mediano y en el largo plazo pueden generar alguna inquietud.

No es la primera vez que nuestra región recibe un ingreso masivo de capitales de corto plazo, con la consecuente apreciación de sus tipos de cambio reales. Hemos visto, en situaciones similares, que la entrada de capitales permite un aumento de la demanda interna, cuya contraparte es el paulatino deterioro de las cuentas externas, a la vez que la apreciación cambiaria contribuye a contener las presiones inflacionarias. Sin embargo, más allá del corto plazo, los efectos suelen ser negativos.

Los elevados niveles de  liquidez presionan a la baja a los tipos de cambio reales y al alza a los precios de los productos básicos, actuando como un incentivo para: i) un aumento de la producción de bienes no comerciables en detrimento de la de bienes comerciables, con el consecuente deterioro de la cuenta corriente del balance de pagos, y ii) una especialización intensiva en la producción y exportación de bienes primarios. Esto puede incluso agravarse en la medida en que China, demandante de productos básicos, pero competidor en los mercados de productos manufacturados, aprecia su moneda más lentamente que los países de nuestra región.

Una especialización en bienes primarios aumentaría la vulnerabilidad de las economías de la región a las turbulencias externas y generaría una mayor volatilidad de los agregados macroeconómicos, disminuyendo la capacidad de las economías de crecer, generar empleo productivo y disminuir la desigualdad. Por otra parte, el deterioro de las cuentas externas aumentaría la dependencia del ahorro externo de las economías de la región para financiar su expansión, al contrario de lo que se observó en el período 2003-2008. En esos años, el crecimiento fue acompañado de un aumento del ahorro interno y un superávit en las cuentas externas, que fueron los pilares en los que se asentó la capacidad de acción contracíclica que hizo posible retomar rápidamente la senda del crecimiento.

El creciente déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos puede dar lugar a un incremento del endeudamiento externo, con lo que las economías de la región se tornarían más vulnerables a las turbulencias financieras, en la medida en que el crecimiento sería cada vez más intensivo en financiamiento externo. La historia económica de la región nos advierte que, en este contexto, una reversión de los flujos de capitales podría interrumpir el crecimiento y dar lugar a un penoso período de ajuste, algo que nuestros países han padecido repetidas veces en las últimas  décadas del siglo pasado.

Pero, ¿qué se puede hacer para enfrentar esta situación? Algunos países de la región han implementado o reforzado mecanismos para regular la entrada de capitales de corto plazo a fin de aliviar las presiones sobre los mercados de cambios. Es una medida que va en la dirección correcta, pero que puede resultar insuficiente. Por ello, los bancos centrales han optado en muchos casos por intervenir en los mercados de cambios, sosteniendo la demanda y tratando de acotar el proceso de apreciación. Aunque esta estrategia no está exenta de problemas y limitaciones, puede permitir una transición más suave, al tiempo que la acumulación de reservas fortalece la posición externa de la economía.

Estas medidas deberían complementarse con una estrategia contracíclica que abarque tanto al área fiscal como a la esfera financiera, orientada a limitar el aumento de la demanda interna e impedir un incremento excesivo del crédito, contribuyendo así a disminuir las presiones sobre los mercados de cambios. Asimismo, cabría pensar en medidas de política productiva orientadas a aumentar la rentabilidad relativa de los sectores productores de bienes comerciables. Con todo, es difícil que la situación planteada pueda corregirse de manera duradera sin una mayor coordinación a nivel internacional en materia de estrategias que contribuyan a cerrar los desequilibrios globales, lo cual, sin embargo, hoy parece un objetivo bastante lejano de alcanzar.



 


 

 

 

 

 
 

La mayor liquidez global contribuirá a profundizar la tendencia a la apreciación real de la mayoría de las monedas de la región observada en 2010.

 
  Una especialización en bienes primarios aumentaría la vulnerabilidad de las economías de la región a las turbulencias externas.